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Se suman 17 nuevos gallitos y jerezanas que iniciarán su bachillerato en UPR desde las cárceles de Puerto Rico

Los alumnos destacaron el poder de la educación y el pensamiento para la libertad, independientemente de su presente y pasado

5 de agosto de 2025 - 7:00 PM

Brenda Moya, participante del programa, sostiene una camiseta de la UPR en Río Piedras. (Carlos Rivera Giusti/Staff)

A punto de iniciar el nuevo semestre, nueve jerezanas y ocho gallitos se integraron a la matrícula de nuevo ingreso en la Facultad de Humanidades del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Cada uno de los 17 nuevos universitarios –de entre 30 y 54 años– recibió su carta de admisión, un número de estudiante que comenzaba con 801-25 y dos camisas rojas, que serán su uniforme cuando profesores y profesoras lleguen a las instituciones penitenciarias donde cumplen condenas a impartirles la lección del día.

“Vamos a iniciar el bachillerato para seguir adquiriendo herramientas educativas que fortalezcan nuestro crecimiento, tanto ahora como en el futuro. Ese conocimiento nos ayuda a seguir comprendiendo quiénes realmente somos y a disfrutar, durante el encierro, de esa libertad que sobrepasa cualquier muro y cualquier reja. Una que nadie nos puede restringir: la libertad de aprender y de pensar”, expresó Félix Bou Vázquez, uno de los estudiantes del Programa de Estudios Universitarios para Personas Confinadas.

Al dirigirse a su nueva clase y a los funcionarios que gestan la iniciativa colaborativa entre la UPR de Río Piedras y el Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR), el confinado recordó que, en una ocasión, le permitieron asistir a la graduación de sus dos hijas, lo que coincidió con la de unos alumnos privados de libertad, a quienes agradeció por abrirles camino.

“Además de sentirme orgulloso por el logro de mis hijas, experimenté ese mismo sentimiento por ellos y por ellas, porque conocía el sacrificio y la lucha que tuvieron que hacer contra las adversidades. [...] Gracias, muchachos y muchachas, por estos logros que han creado que nuevas oportunidades hayan llegado para los que venimos después de ustedes”, compartió Bou Vázquez, quien se emocionó al recordar que su madre –quien falleció hace cuatro meses– le comunicó que debía completar sus metas académicas con o sin ella, porque este logro se lo debía a él mismo.

La nueva clase está compuesta por nueve jerezanas y ocho gallitos.
La nueva clase está compuesta por nueve jerezanas y ocho gallitos. (Carlos Rivera Giusti/Staff)

Los nuevos alumnos –quienes completaron un curso preuniversitario de un año previo a ser admitidos en la IUPI– comenzarán su formación universitaria con tres clases, que sus profesores impartirán en la Cárcel de Mujeres de Bayamón y en el Instituto de Bellas Artes y Estudios Universitarios del DCR.

Para ser parte del programa, debían tener un diploma de escuela superior y pasar por un proceso de entrevistas, tanto oral como escrita.

“Son dos instituciones (las cárceles y la universidad) que originalmente fueron pensadas para propósitos, de hecho, contradictorios. Por lo tanto, hacemos universidad cada vez que entramos ahí (a la prisión), construimos un espacio de respeto, de colaboración, de acompañamiento”, expresó la profesora Edna Benítez Laborde, directora del Programa de Estudios Universitarios para Personas Confinadas.

Desde que se estableció el acuerdo colaborativo entre el DCR y la UPR, en 2014, una veintena de estudiantes han completado estudios subgraduados y 13 cursan una maestría en Gestión Cultural. Este último grupo de alumnos privados de libertad estuvo presente en la actividad y algunos dieron mensajes de bienvenida a sus compañeros de nuevo ingreso.

“Aquí, estudiar es remar contracorriente contra la rutina disciplinaria, contra la inercia del encierro, contra la sospecha estructural, contra el olvido. Pero en ese remar acontece algo extraordinario: el sujeto descubre que pensar es, quizás, la única forma genuina de libertad”, verbalizó Raúl Salas, estudiante de maestría.

“La universidad nos devuelve la voz, pero no una voz decorativa. Una voz que interroga, escucha, que articula, que crea”, agregó el confinado, quien dirigió palabras que emocionaron hasta las lágrimas al secretario del DCR, Francisco Quiñones Rivera, por ser aliado del programa.

El secretario del DCR, Francisco Quiñones Rivera,  junto al participante del programa Félix Bou Vázquez y la rectora de la UPR en Río Piedras, Angélica Varela Llavona.
El secretario del DCR, Francisco Quiñones Rivera, junto al participante del programa Félix Bou Vázquez y la rectora de la UPR en Río Piedras, Angélica Varela Llavona. (Carlos Rivera Giusti/Staff)

Como parte del protocolo, la rectora y la decana de estudiantes de la UPR en Río Piedras, Angélica Varela Llavona y Gloria Díaz Urbina, respectivamente, dieron mensajes de bienvenida a los estudiantes.

“Ustedes representan nuestra institución. Esa se convierte en su alma mater. Esta será su casa, y la mancha de gallos y jerezanas la llevarán hasta el día que no existan en la parte terrenal. Somos orgullosos. Venimos, independientemente de las circunstancias como llegamos. A lo mejor no llegamos por la primera puerta, pero llegamos por la segunda. Lo importante no es cómo se entra, es cómo se sale”, subrayó Díaz Urbina.

En tanto, Quiñones Rivera compartió que recientemente crearon la Oficina de Colocación de Empleos en el DCR, para la que están asignando recursos, de forma que se puedan ubicar a confinados en trabajos. Asimismo, que se incluya como parte de los planes de salida, de forma que, cuando los confinados se reinserten en la sociedad, tengan empleos.

“Los quiero ver de pie, de frente, dando la pelea, dando la batalla. No es fácil estudiar, y mucho más en circunstancias no tradicionales, pero ustedes están haciendo la diferencia. Hoy, ustedes me dan a mí 17 razones más para decir que la rehabilitación es posible”, puntualizó el jefe del DCR, quien se mostró dispuesto a expandir el programa a otros recintos de la universidad pública.

Francisco Quiñones saluda a la aquiecta Wilma Santiago Gabrielini, a la profesora Edna Benítez y la rectora Angélica Varela Llavona.
Francisco Quiñones saluda a la aquiecta Wilma Santiago Gabrielini, a la profesora Edna Benítez y la rectora Angélica Varela Llavona. (Carlos Rivera Giusti/Staff)

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