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Waves Ahead crea grupo de apoyo para personas LGBTQ+ dentro del espectro autista

El espacio sirve como un lugar seguro para compartir experiencias sin ser juzgados y que les abraza en su diversidad

11 de octubre de 2025 - 11:30 AM

La organización Waves Ahead creó un grupo de apoyo para personas autistas LGBTQ+. (Suministrada)

Hace poco más de un mes, un grupo de ocho personas adultas de las comunidades LGBTQ+ diagnosticadas con el trastorno del espectro autista (TEA) se reúnen semanalmente en la sede de la organización Waves Ahead, en San Juan, para compartir experiencias y brindarse apoyo ante los retos que enfrentan como parte de poblaciones socialmente marginalizadas.

Los participantes son personas de 18 a 40 años con autismo nivel 1 y, durante sus sesiones, han creado un espacio en el que se escucha activamente y sin juzgar. Además, van sobre un módulo que aborda temas desde la identidad, la autonomía y la toma de decisiones hasta las relaciones interpersonales, comunicación e intereses especiales.

“Si ya es difícil para las personas LGBTQ+, como tal, tener derechos humanos en Puerto Rico y en otros lugares, si añades que eres, entonces, una persona trans con autismo, tal vez, no tienes muchos recursos económicos, vamos añadiendo interseccionalidades, y esta persona pudiese tener más dificultad para poder tener un futuro en la universidad, en un empleo o poder desarrollarse como cualquier otra persona”, consideró Seil Román, director del área de salud mental de Waves Ahead.

Estudios apuntan a una tasa mayor de disforia de género entre las personas dentro del espectro autista cuando se compara con aquellas neurotípicas. Lo mismo han encontrado otras investigaciones que dan cuenta de una mayor cantidad de personas no heterosexuales entre autistas.

“Puede ser que una cantidad significativa de personas con autismo LGBTQI+ trasciendan o no se conformen con lo establecido socialmente de lo que es ser una mujer o un hombre, o lo que es ser gay o lesbiana. Para nosotros, puede ser que lo veamos de una manera, tal vez, más fluida. No quiero decir (que son) todas las personas autistas, pero puede haber una tendencia que tengamos, en ese aspecto, más flexibilidad en el tema de la sexualidad e identidad versus las personas que son típicas”, explicó Román.

Como tantos adultos, Román fue diagnosticado tardíamente. Su proceso inició cuando trabajó en el Departamento de Educación con un grupo de estudiantes dentro del espectro autista y notó múltiples paralelismos en los rasgos de aquellos pequeños con experiencias que tuvo en su propia niñez. Sin embargo, le tomó una década procesar la información y encontrar “el tiempo, el dinero y la fortaleza” para ser evaluado.

“El diagnóstico es algo bien liberador porque te da respuesta a muchas situaciones o formas de nosotros que, tal vez, no éramos comprendidos por la sociedad o no éramos comprendidos por nosotros mismos y mismas”, sostuvo.

El trabajador social agregó que el diagnóstico de autismo no es equivalente a “justificar conductas inadecuadas”, sino que permite entender cuáles son las competencias y destrezas con las que cada persona cuenta y las que, tal vez, no desarrollaron, de forma que sean “conscientes, para hacer un balance y poder tener una vida más manejable”.

A raíz de su diagnóstico, Román pudo constatar la escasez de recursos de apoyo y servicios para adultos con el TEA. Por eso, decidió tomar la iniciativa de crear un grupo de apoyo, que podría extenderse, según la necesidad que surja, tanto a diversos grupos de edad como a otros niveles de autismo o zonas fuera del área metropolitana.

Entre los participantes, hay personas que, como Román, fueron diagnosticados en la adultez. Compartió que es común recibir comentarios –como “no pareces autista”– por ser independientes, tener trabajo, estudios o pareja.

Es habitual que las personas dentro del espectro empleen el enmascaramiento social, que busca disminuir la prominencia de sus rasgos autistas para “pasar” como neurotípicas, lo que tiene un enorme efecto en su salud mental. Por eso, Román instó a comunicar sus necesidades, en espacios de estudio o trabajo, para gestionar acomodos que propendan en su bienestar.

“Tal vez, no nos atrevemos a decirlo a nuestros empleadores o supervisores, ante el temor de que piensen que no somos capaces de poder tener esa función en esa empresa o espacio porque tenemos autismo. Entonces, lamentablemente, no es solo salir del clóset como persona LGBTQ+, sino también salir del clóset como persona autista”, expuso Román, quien alertó de las altas tasas de suicidio en personas autistas, en gran medida, porque la sociedad no es sensible a sus necesidades.

En ese sentido, clamó por que se hagan disponibles recursos para la adultez dentro del espectro, ya que “el autismo no se va a ir a ningún lado”. Por eso, también aspira a expandir el alcance del grupo de apoyo a personas LGBTQ+ con autismo.

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