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En el escenario más frío del mundo, una música militar toca con una trompa de plástico y guantes dobles

Natalie Paine, de la Marina de Nueva Zelanda, comparte su experiencia única practicando en el frío extremo de la Antártida

20 de noviembre de 2025 - 6:57 AM

Natalie Paine toca un instrumento en la Antártida. (Anthony Powell)

Wellington, Nueva Zelanda - En el confín helado del mundo, para seguir ejerciendo de músico profesional hace falta ingenio, garra y un instrumento de plástico para escolares que garantiza que no se te congelen los dedos ni la cara.

Natalie Paine es una trompetista de la marina neozelandesa que desde octubre forma parte de los 21 militares destinados en la Antártida. Allí, sus melodías atraviesan el helado mar de Ross desde la que quizá sea la sala de ensayos más remota de la Tierra.

“Es precioso y muy inspirador”, dijo Paine a Associated Press. “Me sentaré allí junto a la ventana y haré mi rutina y tocaré música en mi tiempo libre, que no es muy frecuente”.

Un insólito viaje al hielo

La historia de cómo llegó a la Antártida es inverosímil. Paine creció en el clima cálido y seco de Adelaida (Australia), donde soñaba con visitar el continente helado como científica.

Estudió música en la universidad y olvidó la Antártida. Sin embargo, años más tarde, como músico de la marina neozelandesa, Paine se enteró de que había militares destinados en la Antártida para apoyar el trabajo de los científicos.

Cuando preguntó, su instructor le dijo que cualquier militar podía ganar una de las codiciadas asignaciones.

“Se me iluminaron los ojos y pensé, ¿qué? ¿Incluso un músico?” dijo Paine. Y él dijo: “Claro que sí, ¿por qué no?”.

La sala de prácticas más remota de la Tierra

Su sueño revivió, pero llevarlo a la práctica no fue sencillo. Tuvieron que pasar cuatro años de solicitudes infructuosas antes de que Paine consiguiera un puesto como operadora de comunicaciones.

Es un trabajo agotador, de seis días, que deja poco tiempo para la música. Paine supervisa el tráfico de radio, teléfono, correo electrónico y otras comunicaciones en la misión de Nueva Zelanda en la base Scott, y a veces habla con personas en el hielo que no han oído otras voces en semanas.

En cualquier hueco que encuentra, Paine hace escalas y ejercicios con la boca, haciendo todo lo posible por no molestar a los demás en turnos de 24 horas. Eso significa escabullirse de la base principal a una cabaña construida en 1957 bajo la dirección del explorador Sir Edmund Hillary cuando Nueva Zelanda estableció su presencia en la Antártida.

Mientras juega junto a la ventana, observando a las focas en el hielo, Paine descubre nuevos motivos musicales.

“Hay tanta belleza, y tampoco es mansa, es esta belleza salvaje e indómita de la tierra que te rodea y también de los animales”, dijo. “Es tan abrumador, espiritual, emocional y físicamente a veces también”.

Un clima hostil estimula el ingenio

Entre sus dilemas prácticos estaba encontrar un instrumento adecuado para la Antártida: algo resistente, más ligero que una trompa de metal y que no se le congelara en las manos. El ganador, llamado jHorn, no es elegante.

“Se diseñó para que fuera un instrumento de viento-metal de iniciación para niños”, explica Paine. “Así que era como, supercompacto, superligero de plástico, muy duradero, ni de lejos requiere mucho mantenimiento”.

La marina neozelandesa no tiene constancia de que se haya destinado a otro músico militar a la Antártida, por lo que Paine, que estará allí hasta marzo, podría ser el primero. Su presencia ha hecho las delicias de la Base Scott y ha proporcionado música en directo para ceremonias como el cambio de bandera, en lugar de las habituales melodías de un altavoz.

“Tuve que ponerme guantes de esquí de doble capa y calentadores de manos por dentro para poder sujetar la trompeta, y aun así se me congelaban los dedos”, explicó. Sin embargo, es probable que Paine sea uno de los pocos músicos que han dado un concierto en solitario en la Antártida a 21 grados bajo cero.

Dijo que el esfuerzo colectivo entre naciones para trabajar juntas en el contenido congelado tenía un tema familiar. Le recordaba a la música.

“La música es el lenguaje universal y nos recuerda que todos estamos conectados”, afirma. “Nos devuelve esa conexión a casa, a la tierra y también a la gente con la que estás”.

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Esta historia fue traducida del inglés al español con una herramienta de inteligencia artificial y fue revisada por un editor antes de su publicación.

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