Lee Jae-myung fue un niño trabajador con una deformidad en el brazo, intentó suicidarse, más tarde se abrió camino a través de la universidad y se convirtió en un político muy divisivo que sobrevivió a un ataque con arma blanca y lucha contra numerosos cargos criminales.

Su turbulenta vida se complicó aún más el miércoles, cuando Lee, de 60 años, y candidato principal del Partido Demócrata Liberal, fue confirmado como el nuevo presidente de Corea del Sur para suceder a su archirrival conservador Yoon Suk Yeol, quien fue destituido tras intentar imponer ley marcial.

Hay esperanzas y temores sobre la victoria de Lee. Los partidarios piensan que es un líder capaz que puede hacer las cosas y solucionar la profunda desigualdad económica y la corrupción del país, pero los críticos dicen que es probable que Lee oprima a los oponentes políticos e intensifique una división interna.

Esta es la trayectoria de Lee, cuya presidencia de cinco años comienza el miércoles:

Después de graduarse de una escuela primaria, Lee tuvo que trabajar en varias fábricas en Seongnam, una ciudad cerca de Seúl, porque su familia no podía pagar su educación secundaria.

En una fábrica que fabricaba guantes de béisbol, una máquina de prensado le aplastó el antebrazo izquierdo, lo que le provocó una discapacidad permanente en el brazo. Lee dijo que sufrió palizas en sus fábricas y odiaba encontrarse con una niña que era vecina cuando ayudaba en el trabajo de su padre recolector de basura en un mercado tradicional.

Desesperado, Lee intentó suicidarse dos veces, ambas sin éxito. Más tarde se recuperó y entró en la Universidad Chung-Ang de Seúl con una beca completa, antes de convertirse en abogado de derechos humanos.

“Las esperanzas y las dificultades siempre van juntas. el papel de las dificultades no es lograr que la gente se rinda, sino probar cuán serias y desesperadas son sus esperanzas”, dijo Lee en sus memorias, publicadas en 2017.

Lee luego entró en la política y se convirtió en alcalde de Seongnam y gobernador de la provincia de Gyeonggi. Aunque una vez se encontró lejos del ojo público, Lee saltó a la fama en 2016 después de que pronunció una serie de discursos callejeros en los que criticaba a la entonces presidenta conservadora Park Geun-hye, quien luego fue destituida de su cargo por un escándalo de corrupción.

“Agarrémosla con nuestras manos y consignémosla a la historia”, dijo Lee durante una manifestación en diciembre de 2016.

Muchos de sus comentarios desde entonces han polarizado fuertemente a los surcoreanos.

Lee catalogó a los conservadores de Corea del Sur como “falsos y codiciosos” y criticó un sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos como una fuente de tensiones mientras comparó el fortalecimiento de los lazos estadounidenses con Japón con un acuerdo de Washington-Tokio en 1905 que presuntamente ayudó a los nipones a colonizar la península de Corea más tarde.

La propuesta de Lee de dar un ingreso básico universal a todos los ciudadanos provocó acusaciones de que es un populista.

En 2022, perdió las reñidas elecciones presidenciales ante Yoon y en 2024 fue atacado por un hombre que dijo a los investigadores que quería matarlo para evitar que se convirtiera en presidente.

Recientemente, Lee ha hecho pocos comentarios polémicos o radicales sobre cuestiones de política exterior y seguridad, y más bien ha prometido buscar una diplomacia pragmática.

Describió repetidamente la alianza de Corea del Sur con Estados Unidos como la base de la política exterior del país y enfatizó la necesidad de mantener una asociación de seguridad trilateral entre Seúl-Washington-Tokio.

“Cuando se trata de lo que Lee dijo en el pasado, no sabemos si hizo tales comentarios solo para atraer a sus partidarios o si mostraban su verdadera naturaleza”, dijo Shin Yul, profesor de política en la Universidad Myonggi de Seúl.

Los principales problemas que Lee enfrentará de inmediato son la guerra comercial del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y otras políticas de “América primero”, y el programa nuclear en avance de Corea del Norte. No obstante, muchos expertos dicen que no hay mucho margen diplomático para que Corea del Sur maniobre cambios importantes a su favor en ambos asuntos.

Paik Wooyeal, profesor de la Universidad Yonsei de Seúl, dijo que Trump es “demasiado abrumador y dominante”, por lo que quienquiera que esté en el liderazgo de Corea del Sur, los tratos del país con Estados Unidos no serán muy diferentes. Expresó además que los asesores de política exterior de Lee también sabrían que Corea del Norte no renunciará voluntariamente a sus armas nucleares.

Lee llega al cargo bajo la sombra de sus propios problemas legales.

Está acusado en cinco juicios por corrupción y otros cargos, y en un momento dado, algunas de sus batallas legales amenazaron su candidatura a la presidencia.

Lee celebró en marzo cuando el Tribunal Superior de Seúl revocó una sentencia de prisión suspendida en su contra por violar la ley electoral durante la carrera de 2022. Pero se enfureció en mayo cuando la Corte Suprema anuló ese fallo y devolvió el caso al tribunal superior, citando una gran probabilidad de su culpabilidad. Las audiencias en el Tribunal Superior finalmente se pospusieron hasta después de las elecciones.

Si su condena hubiera sido finalizada, a Lee se le habría prohibido postularse para presidente.

Otros juicios se centran en sus funciones durante dudosos proyectos de desarrollo y transferencias ilegales de dinero a Corea del Norte, su presunto uso indebido de fondos oficiales, y la persuasión de un testigo para que cometa perjurio.

Es probable que los cinco juicios de Lee se detengan ya que la constitución de Corea del Sur impide que un presidente en ejercicio sea acusado de la mayoría de los delitos. Pero sus rivales no estarán de acuerdo con esto, porque la constitución no establece claramente si un presidente puede ser condenado por delitos en los que las acusaciones se produjeron antes de asumir el cargo.

El partido demócrata de Lee, que tiene mayoría en la Asamblea Nacional, ha estado presionando para revisar la ley de procedimiento penal para suspender los juicios penales en curso que involucran a un presidente en ejercicio hasta el final de su mandato. Los conservadores han criticado duramente la medida.

Durante la campaña presidencial, Lee prometió no emprender una venganza contra los conservadores. Sin embargo, también ha pedido una investigación exhaustiva sobre Yoon y su círculo íntimo sobre las acusaciones de rebelión.

A los oponentes de Lee les preocupa que pueda usar esas investigaciones para reprimir a los asociados de Yoon y a los fiscales que cree que orquestaron investigaciones relacionadas con sus cargos criminales.

La declaración de ley marcial de Yoon intensificó una división interna.

Al declarar la ley marcial, Yoon retrató al partido de Lee como fuerzas “antiestatales” influenciadas por Corea del Norte y China. También respaldó teorías infundadas de fraude electoral para desacreditar la mayoría legislativa de los liberales, lo que provocó que sus airados partidarios salieran a las calles con carteles de “detengan el robo”. Por su parte, activistas y ciudadanos anti-Yoon también se manifestaron durante semanas para exigir su destitución inmediata.

cCon los liberales manteniendo el control de la legislatura, Lee enfrenta un entorno mucho más favorable para promover sus políticas. Los conservadores han expresado su preocupación de que Lee y el partido demócrata ejerzan un poder prácticamente ilimitado para aprobar leyes previamente bloqueadas por la administración de Yoon, incluidos los proyectos de ley destinados a fortalecer las protecciones para los sindicalistas contra las demandas corporativas y proteger a los agricultores de los precios volátiles del arroz.