

Las islas aisladas geográficamente facilitan la formación de especies nuevas. El proceso comienza con un evento fortuito, como una tormenta, que desplaza individuos continentales a una isla remota, y se imposibilita su regreso a través de la barrera oceánica. En los nuevos ambientes descubren especies de flora y otros organismos que deben aprovechar para sobrevivir. Luego de miles de años sus descendientes se diferencian de la población ancestral debido a los cambios genéticos relacionados a adaptaciones morfológicas y fisiológicas.
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