OpiniónEl factor crimen en las eleccionesLa violencia en todas sus modalidades, pero particularmente aquella que se deriva del tráfico de drogas, que mantiene agobiados a los países latinoamericanos, escribe Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
Opinión¿Está el enemigo? Que se pongaEntre simpatizantes y opositores del gobierno venezolano existe un mismo hartazgo: lo que vaya a pasar, que pase de una vez, escribe Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
OpiniónHervor del Caribe: el desenlace en VenezuelaCada día es más y más evidente que esa movilización militar estadounidense, que hasta ahora se limita a la guerra psicológica —pero para ser psicológica, infinitamente costosa—, en realidad no tiene como objetivo el derrocamiento de un hombre, señala Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
OpiniónDinero del narco al cuidado del caimánAl incluir a las principales gangas de narcotraficantes en el apartado de organizaciones terroristas, el delito por ayudarlas a lavar dinero cobra otra dimensión, escribe Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
OpiniónLa lógica de los embriones: ¿cuándo abre Marte?Guardar embriones, espermatozoides y óvulos en uno de esos laboratorios, siempre conlleva riesgo, escribe Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
OpiniónLa Encuesta: androides en el horizonteNueva York es una ciudad políticamente compleja que, como moderno Saturno, en no pocas ocasiones ha devorado a sus funcionarios públicos, escribe Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
OpiniónGallo viejo con el ala mataMás de uno habrá recibido un bofetón, cuando no un balazo en el pie, por llamarle viejo a Macarto, escribe Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
OpiniónSaque la lengua y diga Ahhhh¿Quiénes fueron? ¿Qué han declarado? ¿Por qué tanta secretividad? Cuestiona Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
Opinión“Los Viraos” se enderezan con El BurroAlgunos de estos tipos son como la materia, ni se crean ni se destruyen, solo se transforman, opina Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora
OpiniónEn Santo Domingo no quieren reperperoEn las penumbras que se prolongan quince o veinte horas diarias, se producen protestas espontáneas de gente hundida y demacrada que pide luz, agua y libertad, escribe Mayra MonteroPor Mayra MonteroEscritora