

“Se debe conocer la isla bien, antes de salir de ella”. Así nos decía mi madre, quien fue maestra de español e historia de Puerto Rico, insistiendo que la familia visitáramos distintos puntos de interés. Aunque somos oriundos de Mayagüez, para aquel entonces vivíamos en Guayama e íbamos a Ponce con frecuencia porque nos quedaba cerca. Pero sobre todo porque mi madre guarda bonitos recuerdos de su tiempo como estudiante en la Universidad Católica de Ponce. Desde pequeña mostré interés por las artes plásticas, lo cual me ganó el título “la artista de la familia” y las visitas al Museo de Ponce, que en aquel entonces era el único museo de arte en la isla. Recuerdo que al entrar se sentía el aire frío refrescante del museo y la escalinata curvilínea, detalle central de su interior, me parecía elegante.
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