


Samuel Champlain llegó a tierras borincanas a bordo del navío Saint-Julien el 22 de marzo de 1599. Se encontró con una ciudad semidesierta que casi olía a humo tras el ataque y saqueo sorpresivos del corsario inglés George Clifford Conde de Cumberland. Champlain se encontraba en su primera juventud y no ostentaba ningún puesto oficial. Su visita y su testimonio cobran interés toda vez que nos permiten entender la destrucción que sufrió la ciudad y la reacción de sus habitantes. Su relato representa dos veces el punto de vista del ciudadano de a pie: el suyo propio y el de los escasos habitantes con los que interactuó.

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