Hablar del aborto en Puerto Rico siempre ha sido un tabú. Aprendemos lo que es desde la niñez escuchando siempre el término acompañado de un tono despectivo, de ocultación o de culpa. Formamos nuestra opinión del concepto anclados en los prejuicios y miedos que nos fueron heredados y en el sermón religioso que le condena. En la mayoría de las escuelas y hogares no se discute. En los círculos sociales no es un tema que se hable abiertamente como si de cualquier otro procedimiento médico se tratara. Además, son muy pocas las mujeres que se atreven a decir que han recurrido a uno.
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