Se impone un nuevo proceso para redefinir los mecanismos político-electorales que Puerto Rico necesita. Ese es uno de los principales desafíos que tiene el equipo del ejecutivo entrante, así como la nueva camada legislativa, escribe Marcia Rivera
Se impone un nuevo proceso para redefinir los mecanismos político-electorales que Puerto Rico necesita. Ese es uno de los principales desafíos que tiene el equipo del ejecutivo entrante, así como la nueva camada legislativa, escribe Marcia Rivera
Estamos en las postrimerías del 2020; un año que parece haber sido más largo que todos los anteriores que hayamos vivido. Un año que entró ya en los anales de la historia mundial por la rapidez y voluptuosidad con que se expandió la pandemia del COVID-19 y la dureza de sus consecuencias. El fin de 2019 presagiaba que así podría ser, pues el virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad, se transmite mediante pequeñas gotas que se emiten al hablar, estornudar, toser o exhalar, actividades humanas cotidianas naturales y extendidas. Probablemente, si en el diseño de estrategias de combate se hubiera dado más valor al conocimiento científico, incluyendo a las ciencias sociales, tendríamos mejores resultados. Futuras generaciones se preguntarán por qué no lo hicimos. Hoy, los gobiernos del mundo pagan las consecuencias de no haber escuchado suficiente a la ciencia y a la historia; también de haber privilegiado la actividad económica sobre la vida misma.
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