Justo antes que explotara la burbuja inmobiliaria, allá para 2006, aparecieron en la calle Las Marías de Santurce unos especuladores. Pagaron en oro, a muchas veces su precio corriente, las casas de viejos residentes que, naturalmente, no pudieron resistir la tentación de las ofertas. Luego presentaron un plan de construcción de un edificio fabuloso, de treinta y pico de pisos de cristales. En eso reventó la burbuja, y los especuladores, y sus banqueros, confrontaron la ruina.
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