

Los inicios de la carrera de Carlos “Cano” Estremera no necesariamente prefiguraban el gran sonero en que llegaría a convertirse. Recuerdo la primera vez que lo vi. Fue en el Coliseo Roberto Clemente, estrenándose como cantante de la orquesta de Bobby Valentín, que abría -si mal no recuerdo- un concierto de las Estrellas de Fania. El Cano, simple y sencillamente, no soneó bien. Lució carente de ideas y hasta un poco perdido en lo que a ritmo se refiere. Quizás aún no había engranado bien con la orquesta. Quizás estaba nervioso, en la que probablemente era su presentación más importante hasta la fecha.
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