


Llega esta fecha y, de pronto, las tiendas se abarrotan de adornos con la palabra thankful. El sofá carga cojines agradecidos, el aroma de las velas también, la alfombra de la cocina, el banderín del jardín y hasta nuestras camisas se declaran grateful. Esperamos a tener la mesa servida y el pavo al horno para repetir, casi como una letanía: “doy gracias por estos alimentos”. Y, por si acaso, rematamos diciendo —porque más vale decirlo— que “hay que dar gracias todos los días”. Pero, en realidad, ¿lo hacemos? ¿La persona que somos a diario refleja verdaderamente el agradecimiento?

Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: