La capilla de la Escuela de Párvulos del Viejo San Juan siempre fue especial. En vez de reliquias bajo el altar tenía, en la pared a su izquierda, un nicho con la cabecita de un niño mártir que por generaciones debió provocar pesadillas en los más impresionables alumnos.
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La Capilla de Párvulos o la séptima estación
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