Ningún sistema electoral que sea verdaderamente democrático puede exigir legitimidad cuando cambia su ordenamiento a cinco meses del evento, escribe José Efraín Hernández Acevedo
Ningún sistema electoral que sea verdaderamente democrático puede exigir legitimidad cuando cambia su ordenamiento a cinco meses del evento, escribe José Efraín Hernández Acevedo
A diferencia de las dictaduras, donde la legitimidad del gobierno la imponen las armas, en los sistemas democráticos la legitimidad se la brinda el pueblo. Usted obedece las ordenes de la policía, de un tribunal o de alguna agencia de gobierno porque usted les reconoce legitimidad. Y usted considera legítimo que el Estado utilice su poder coercitivo contra aquellos que desobedecen sus órdenes. Porque como diría uno de los padres de la sociología moderna, el alemán Max Weber: legítimo es aquello que las personas consideran legítimo. Y esa legitimidad se mantiene en la medida en que el pueblo la reconozca.
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