
Opinión
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La encrucijada energética de Puerto Rico se ha exacerbado. Después de sufrir décadas de apagones, dependencia y mala administración, se nos pide que firmemos un contrato de 15 años por $20,000 millones con New Fortress Energy (NFE), otorgándole control casi absoluto sobre el suministro de gas natural licuado (GNL) en la isla. Es una idea peligrosa. Y debemos decir que no, al menos hasta que se revise con seriedad.
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