

Previo a la designación de Earl Warren como juez presidente del Tribunal Supremo, en 1953, el desarrollo de la agenda política, económica y social estadounidense descansaba en los poderes ejecutivo y legislativo. Warren redefinió el ámbito de acción de la judicatura. Desde entonces, el Tribunal Supremo ejerce papel protagónico en la articulación de la agenda nacional. Mediante la constitucionalización de asuntos de alto interés, la Corte Warren brindó protección especial a los afroamericanos, mujeres, inmigrantes, nativos americanos, sospechosos de crímenes, no creyentes, grupos ambientalistas, electores, prensa y disidentes. Se reconocieron derechos no identificados en la Constitución como la intimidad y luego el aborto. Entre las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado, el Tribunal Supremo forjó un nuevo Estados Unidos.
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