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Para olerte mejor
Jesús era un activista del sobaco y de ecuación sencilla: sin suciedad no hay milagro. Nunca se le escuchó quejarse de los malos olores de su prójimo, mucho menos ofreció canastitas con perfumes, como hizo la pastora, escribe Cezanne Cardona Morales
Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.