

“Que la retórica aguarde, que la verdad pasa”, salía al paso Luis Muñoz Rivera a quienes, en su tiempo, querían achacar al colectivo de Puerto Rico sus propias deficiencias sicológicas y sus frustraciones personales. Ocurría en aquellos tiempos y, aunque no tanto como entonces, ocurre ahora. Hoy, a la altura del siglo de las tecnologías y los avances en la comunicación que retan la más fértil imaginación, existen entre nosotros quienes pretenden obviar los grandes avances alcanzados por nuestro pueblo, producto de la vida cotidiana de esfuerzo y tesón de la gran mayoría de sus hijos.
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