

En Puerto Rico solemos hablar del “sistema de salud”. Sin embargo, si atendemos a la definición de “sistema” —un conjunto de elementos ordenados y relacionados entre sí que contribuyen a un fin común (RAE)— queda en evidencia que lo existente en la isla dista mucho de cumplir con ese concepto. En el ámbito sanitario, un verdadero sistema supone una estructura coordinada de instituciones, recursos y procesos que trabajen por un objetivo compartido: garantizar el bienestar de toda la población. Lo que tenemos, en realidad, es un sector fragmentado de servicios, dominado por aseguradoras, donde los intereses económicos se imponen sobre la salud pública.
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