

Los ojos son la ventana del alma, se dice popularmente. Sin embargo, desde el aspecto clínico, esta frase podría utilizarse para explicar la íntima relación entre la salud oftalmológica y la salud cardíaca. Esto se debe a que los ojos, la capacidad visual y el sistema cardiovascular pueden verse afectados por factores similares como: la obesidad, la inactividad física, el abuso de drogas, el consumo excesivo de alcohol y la falta de detección temprana.
El corazón bombea sangre a todo el cuerpo, pero, donde único se puede ver cómo trabajan los vasos sanguíneos, en tiempo real, es a través de la retina. Mediante un examen de la vista, también se pueden detectar condiciones cardiovasculares que necesiten atención especial, explicó el oftalmólogo Luis A. Rivera Rodríguez.
Según el portal digital de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, MedlinePlus, “la retina es la capa de tejido en la parte posterior del ojo. Esta transforma la luz y las imágenes que ingresan al ojo en señales nerviosas que se envían al cerebro”.
“La retina, aparte de tener las células neuronales, se nutre de vasos sanguíneos y esos vasos sanguíneos los vemos”, aseveró Rivera Rodríguez.
Una de las condiciones que se pueden observar desde el análisis de la retina es la retinopatía hipertensiva, en la que hay cambios clínicos en los vasos sanguíneos de la parte posterior del ojo, que son indicativos de una presión arterial elevada.
“Al tú detectar esa retinopatía hipertensiva, es tu deber, como oftalmólogo, referir al médico primario o al cardiólogo para que se optimice la terapia médica para la hipertensión, por ejemplo”, enfatizó.
De acuerdo con MedlinePlus, la retinopatía hipertensiva no tiene síntomas en sus primeras etapas. Cuando la enfermedad está cercana a su etapa avanzada, puede presentar síntomas como: dolor de cabeza, visión borrosa, pérdida de la vista y visión doble.
Aunque no es una enfermedad, la amaurosis fugaz se considera un síntoma tardío de una enfermedad más grave, en la que el corazón está bombeando pequeños pedazos de coágulos sanguíneos que pueden llegar al cerebro, pero también a las arterias del ojo.
Generalmente, el diminuto coágulo viaja desde una arteria más grande, como las carótidas, que se ubican en el cuello, o las arterias del corazón, indica MedlinePlus.
“Si ocurre una obstrucción parcial, el paciente puede perder la visión por un momentito y, cuando se destapa, vuelve a ver”, advirtió el Rivera Rodríguez.
Sin embargo, si al cabo de un corto tiempo no se reanuda el flujo de sangre, el paciente pierde la vista permanentemente.
Las personas que tienen arterias o venas tapadas en el corazón, tienen más posibilidad de tener obstrucción en las venas y las arterias de la retina. Lo mismo sucede con los derrames cerebrales, pues comparten la misma patogénesis, explicó el oftalmólogo.
Por tal razón, el especialista fue enfático en la importancia de la prevención, a través de un estilo de vida balanceado y saludable. Además, instó a visitar periódicamente al médico de cabecera para asegurar que, según los parámetros de edad de cada paciente, se pueda monitorear su salud y prevenir complicaciones.
“Ese es el mayor problema. A veces, no hay síntomas, no te dan un aviso. De la misma forma que el paciente puede sentirse bien, le da un infarto fulminante y nunca le dio dolor de pecho, tú puedes tener un paciente que no tenga ningún síntoma visual y, de momento, le da un infarto al nervio óptico”, expuso el galeno.
Asimismo, las personas diabéticas son los pacientes que mayormente requieren la atención médica colaborativa entre cardiólogos y oftalmólogos. Al afectar al sistema microvascular, los cambios también se pueden ver en un examen de la vista.
El 17.8% de las personas mayores de 18 años en Puerto Rico padecen de diabetes, según datos del Departamento de Salud.
“La diabetes es una enfermedad vascular de la glándula del páncreas. El mismo daño que hace a las arterias del corazón, lo hace a las arterias de todo el cuerpo, porque la diabetes es una enfermedad multisistémica”, sostuvo el cardiólogo Carlos Rosario Sepúlveda.
Añadió que esta enfermedad afecta la función de la retina, y la forma y función de los vasos sanguíneos. Esto se da porque no llega suficiente sangre o por la liberación de diminutos coágulos, que pueden llegar a producir ceguera.
“Ya sabemos que tiene el problema cardíaco, pues vamos a tratar al paciente totalmente. No decir: ‘lo mío es más que la cardiología; lo mío son los riñones; lo mío es más que la oftalmología’. No, ‘lo mío es uno, es el paciente’”, destacó Rosario Sepúlveda.
“No se debe esperar a que los pacientes con enfermedad cardíaca, hipertensión, diabetes, hiperlipemia, colesterol, triglicéridos, o enfermedades vasculares tengan síntomas porque, muchas veces, el primer síntoma es la pérdida de visión”, concluyó, al resaltar que estas enfermedades se deben tratar en conjunto con una diversidad de especialistas, incluyendo a los oftalmólogos.
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