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Las Ruinas de la Central Plazuela en Barceloneta testigo de un pasado con sabor a caña

La estructura quedó como evidencia de la época en la que Puerto Rico reinó como productor de azúcar

31 de agosto de 2022 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
La estructura del laboratorio donde se procesaba la cosecha de la central está muy bien preservada y atrae la atención del visitante. (Isabel Ferré Sadurní)

Sus orígenes se remontan a mediados del siglo 19 cuando la industria de la caña de azúcar experimentaba su época dorada. El ingenio azucarero de la Hacienda Plazuela, ubicada en la carretera PR-681, de Barceloneta, se mantiene vivo con la conservación de áreas como un trapiche y varias chimeneas, que –con los años- han despertado la curiosidad de muchos.

De acuerdo con el historiador barcelonetense, José Luis Martínez Domínguez, fue “Cornelio Kortright, natural de Santa Cruz y de origen inglés, quien estableció en 1841 este ingenio azucarero y lo llamó Hacienda Plazuela. Para el 1907, surgió la Plazuela Sugar Company y fue incorporada bajo la administración de Eduardo Georgetti”, dijo el hombre de 78 años.

Algunos cronistas aluden a que el nombre “Plazuela” se debe a la forma de la Hacienda, que en sus inicios parecía una gran plazoleta donde se construyeron varias edificaciones para hacer del espacio uno más productivo.

Algunas de estas edificaciones aún se encuentran intactas; y aunque los terrenos están ocupados por la oficina de obras públicas municipal, es inevitable que los visitantes se detengan para admirar las ruinas que son ideales para tomarse una buena fotografía.

Las imponentes chimeneas se mantienen de pie aunque reflejan el paso  del tiempo.
Las imponentes chimeneas se mantienen de pie aunque reflejan el paso del tiempo. (Isabel Ferré Sadurní)

En el lugar, se impone un edificio blanco que, en los mejores tiempos de la industria del cañaveral, se utilizó como almacén para guardar la rústica maquinaria que era utilizada a diario por los peones. Allí se utilizó un trapiche con un molino de viento construido en tres niveles que fue utilizado como laboratorio para procesar la cosecha.

“Ese laboratorio está casi intacto; no se puede entrar, está protegido. Ahí era donde se hacían las pruebas de la refinación de la caña”, dijo Martínez Domínguez mientras mostraba el edificio, que -desde afuera- da la impresión de estar conservado según su estado original.

La estructura, que mantiene pintada una bandera de Puerto Rico en la entrada, tiene forma cilíndrica y está construida de mampostería, ladrillos, mortero de cal, vigas de madera y una rampa en cemento que conduce al interior de la edificación donde también se guardaban los equipos de la molienda.

Antes de llegar a la entrada principal, el espacio tiene una plazoleta con dos asientos en cemento donde quien le visite puede sentarse para admirar esta parte del ingenio.

“Ahí estaban las chimeneas, allí es donde estaban las calderas y el almacén”, señaló con entusiasmo el cronista que acompañó a SOMOS Puerto Rico a un recorrido por las instalaciones.

En la parte posterior de esta ruina, se encuentra una rústica casita de madera que emula el típico hogar del Puerto Rico de antaño y otros bancos. Desde la carretera, se pueden apreciar dos enormes chimeneas, ambas con el nombre del ingenio tallado en su centro.

En su momento, esta central alcanzó una producción de más de 2,000 toneladas de azúcar que eran exportadas en barcos; sin embargo, enfrentaron inconvenientes para la entrega de la producción por el calado de la playa la Palmita por donde atracaban los botes.

“Como los barcos no podían entrar porque era muy llano, la gente de la central cogía el azúcar y la transportada en el conocido tren de caña hasta el muelle; allí lo esperaban varias lanchas que recogían las toneladas de azúcar y se la llevaban hasta el barco que estaba un poco más lejos en el mar. Así se sacaba la caña en barco de aquí', contó el historiador.

Aun se pueden apreciar los remanentes del histórico muelle en el sector Palmas Altas de Barceloneta, un lugar muy frecuentado por el turismo local dada las playas y la gastronomía de la zona.

En 1947 esta central pasó al gobierno de Puerto Rico, bajo la Autoridad de Tierras, cesando operaciones entre los años 1963-64, luego de múltiples intentos por mantenerla en función que incluyeron modernización de la maquinaria y el equipo pesado.

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