

1 de agosto de 2025 - 12:26 PM
El mundo de la música puertorriqueña despide con profundo respeto y admiración al cuatrista Nieves Quintero, uno de los grandes exponentes del instrumento nacional y figura clave en la evolución del cuatro puertorriqueño. Su muerte fue confirmada en el día de ayer por el Municipio de Corozal. Tenía 94 años.
“Nieves Quintero fue más que un corozaleño ejemplar, fue un defensor incansable de nuestra cultura y nuestras raíces. Su partida deja un gran vacío, pero su legado permanecerá vivo en cada presentación, en cada historia y en cada rincón del Cine Teatro que honra su nombre”, leen las breves expresiones compartidas por la administración municipal en las redes sociales.
Su fallecimiento marca el final de una era dorada de la música jíbara, pero su legado perdura a través de generaciones de músicos que aprendieron de su sonido y su visión.
Nacido el 18 de abril de 1931 en el municipio de Corozal, Manuel Quintero Maldonado, su nombre de pila, comenzó a tocar el cuatro a los ocho años de edad, inspirado por su padre, también cuatrista. Aprendió de manera autodidacta, desarrollando un estilo original sin formación formal, según contó en entrevista a “The Cuatro Project”, una plataforma digital dedicada a preservar la historia del instrumento y sus mayores intérpretes.
Su carrera profesional comenzó a despegar cuando, a los 16 años, fue descubierto por el legendario trovador Flor Morales Ramos, “Ramito”, quien lo invitó a unirse como cuatrista de su conjunto. Quintero comenzó entonces a presentarse en programas de radio como “Hora del Volante” y “Acuarelas Criollas”.
Durante esta etapa inicial también grabó con trovadores como Germán Rosario, “El Jíbaro del Yumac”, y Ernestina Reyes, “La Calandria”. En 1949 participó en su primera grabación discográfica con esta última, interpretando la décima “La tragedia del campesino”, pieza en la que ya se percibía su estilo distintivo, explica el sitio digital.
A lo largo de las décadas de 1950 y 1960, Nieves Quintero se consolidó como uno de los pilares del cuatro puertorriqueño. Mientras una mayoría de músicos seguían la línea establecida por figuras como Ladi Martínez o Maso Rivera, Quintero eligió forjar un camino distinto. Su meta, según declaró en entrevistas, era “tocar diferente”, apartándose del molde tradicional para aportar una voz nueva al instrumento.
Su música fusionaba con destreza las raíces jíbaras con elementos del jazz, el bolero y otros géneros populares, anticipando un estilo que décadas después sería considerado vanguardia dentro de la música folclórica puertorriqueña. Entre sus piezas más conocidas destaca la polca “El Barrilito”, en la que demostró su capacidad de reinterpretar temas populares con elegancia y profundidad.
Utilizaba un cuatro de pieza única, tallado en yagrumo hembra, cuyo sonido cálido y resonante representaba, según expertos, una de las expresiones más puras del instrumento puertorriqueño.
Para muchos intérpretes contemporáneos, Nieves Quintero fue un referente innegable. Su fraseo personal, su ritmo preciso, su sentido melódico, y sobre todo, su capacidad de combinar respeto por la tradición, con exploración armónica, lo ubicaron en un lugar privilegiado entre los grandes maestros del cuatro.
En el año 2023, el renovado Cine Teatro de Corozal, fue bautizado con su nombre. A lo largo de su vida, grabó sobre mil temas. Dominaba, además, otros instrumentos de cuerda como la guitarra, la mandolina, el requinto, el bajo, la guitarra eléctrica y el tiple puertorriqueño, y llevó, según la musicalidad del cuatro a prestigiosos recintos como el Carnegie Hall, Radio City Music Hall y el Kennedy Center, según la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Aunque no fue maestro en el sentido académico, su legado como educador informal es incuestionable. Decenas de cuatristas reconocen haber aprendido de su estilo, ya sea escuchando sus grabaciones o recibiendo consejos en camerinos y festivales.
Quintero fue parte de la generación irrepetible de cuatristas puertorriqueños que incluyó a figuras como Iluminado Dávila, Archilla, Maso Rivera y Ladi Martínez. Juntos consolidaron al cuatro como símbolo nacional y vehículo de expresión del alma campesina boricua.
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