

22 de agosto de 2025 - 3:15 PM
La primera edición de “Diálogos icónicos” tuvo una protagonista de lujo: la legendaria Rita Moreno, diva boricua de la Época de Oro de Hollywood, quien a sus 93 años recibió la ovación de su gente. Y lo hizo a su estilo: entre aplausos, humor y hasta al ritmo de Bad Bunny.
Los acordes de “BAILE INoLVIDABLE” del astro puertorriqueño de la música urbana, fueron la señal para que la humacaeña saliera al encuentro en la Sala Sinfónica del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré de Santurce.
La “inigualable”, como la describieron, apareció ataviada con un vestido largo, blanco y con lentejuelas, un bléiser negro y orejas de conejo, porque ella es “la conejita buena”. También dejó claro que sus dotes de bailarina se mantienen intactos.
La anfitriona de la noche fue la presentadora y actriz Cordelia González.
Unas cortas palabras de bienvenida fueron suficientes. “Esta noche vamos a inaugurar este espacio con una invitada cuya trayectoria es símbolo de perseverancia, de excelencia, de pasión”, sostuvo la intérprete.
Como tema inicial, la estrella de la noche, Rosa Dolores Alverio, recordó su niñez. Antes de establecerse en la ciudad de Nueva York, una de las cosas que más disfrutaba era las carreras de coquíes junto a su hermano Francisco. “Yo siempre ganaba”, contó con orgullo.
Sobre su viaje en barco a la “Ciudad que Nunca Duerme”, quien cuenta con más de 70 años de carrera, no saca de su mente el momento cuando vio la Estatua de la Libertad. “Pensaba que tenía un helado enorme en la mano. Me la pasé vomitando a cada rato”, continuó mientras saludaba a todos con asombro.
En múltiples ocasiones, Moreno enfatizó que aun en medio de las oportunidades y galardones obtenidos a lo largo de su trayectoria, nunca olvida de dónde salió. En esa línea, los organizadores del conversatorio sorprendieron a la cantante con la proyección de una escena de su primera película, “So Young, So Bad” (1950).
“Por mucho tiempo, cuando tenía 17, 18, 19 (años), haciendo lopapeleses de una ‘american indian girl’, que no hablaban bien el inglés, o una ‘native girl’, que eran bien sexys. Yo quería una carrera de actriz seria”, resaltó sobre sus inicios en la industria. Esto, según exteriorizó, fue “un fracaso y una maldición”.
“Anita”, el papel que Moreno interpretó en 1961 en la película de Robert Wise y Jerome Robbins, “West Side Story”, tenía que formar parte de la conversación. Estas memorias dieron paso a expresiones reveladoras. Entre tantas, cuando contempló renunciar al personaje.
En el fondo, la triple amenaza boricua presentía que alcanzaría grandes cosas con “Anita”. Esto, asimismo requería cantar versos denigrantes sobre Puerto Rico como “déjalo hundirse en el océano” en el número “America”.
La hija de madre costurera y padre agricultor no estaba equivocada. En el 1961 se alzó con el Óscar a la Mejor Actriz de Reparto.
Junto a la audiencia, gracias a la tecnología, Moreno revivió el instante cuando recibió el galardón. De inmediato, compartió la decepción que vino después al pensar que la estatuilla le abriría la puerta a otras experiencias en el cine, pero no sucedió.
“Pasaron siete años para volver a hacer otra película después del Óscar. Antes de ‘West Side Story’ siempre me ofrecían papeles, aunque estereotipados de latinas”, aclaró.
Moreno es la tercera EGOT o la tercera de 19 artistas en ganar los cuatro premios principales de entretenimiento estadounidense: un Óscar, dos Emmy, un Grammy y un Tony. De todos estos honores, lo más importante, dijo, “es que lo logró una puertorriqueña”.
La multigalardonada prometió que en su próxima visita a Puerto Rico traerá el Óscar y dejará que “todo el que quiera tocarlo lo haga. Pero solo la cabecita”.
Su vida familiar fue otro de los temas abordados. En este segmento describió a su madre como “dramática”. Eso, mencionó con sarcasmo, “explica muchas cosas”, mientras se señalaba. También expresó que ama a su unigénita, Fernanda Luisa Fisher, con un amor “asquerosamente grande”.
Los puntos culminantes de “Diálogos icónicos” fueron dedicados al amor. La relación de ocho años con el actor Marlon Brando dominó.
“Él era su fan más grande”, señaló para confirmar la personalidad narcisista de la persona que le fue infiel en varias ocasiones y con la que estuvo casada dos veces.
Con el estilo que la distingue, Moreno presumió su vida sexual saludable junto a Brando. Aún así, mantuvo un romance con el “rey del rock and roll” Elvis Presley.
“Era tan lindo”, suspiró. “Pero qué aburrido”, añadió. Las carcajadas del público se prolongaron. Aunque solo duró “dos dates” dijo que el físico del artista era su fortaleza. “Tenía unos dientes blancos y perfectos, y ese pelito”, detalló.
La puertorriqueña comparó sus tiempos de gloria en el entretenimiento con la actualidad. Aunque se han conquistado muchas luchas en temas relacionados con la mujer y la comunidad LGBTQ+, aún faltan muchas otras por pelear en especial a favor de los latinos. Por eso, a preguntas de a quién llamaría para decirle “lo logré”, Moreno no dudó en mencionar “a todo Hollywood”.
“Tengo un sentido del humor delicioso. Eso nunca lo pierdo”, estableció. Tener presente la sabiduría y experiencia de una figura de su calibre no se podía desaprovechar. González, quien realizó una labor extraordinaria como moderadora, pidió un consejo para la audiencia.
“Lo más importante es creer en ti y entender que nada es perfecto, y tienes que entender que la vida no siempre es divina”, respondió.
Antes del diálogo, que arrancó a las 7:30 p.m., la antesala contó con elegante cóctel de bienvenida y buena música. Los pasillos se transformaron en una pasarela de grandes figuras del entretenimiento nacional como Didi Romero, Ana Isabelle, Chucho Avellanet y Juliana Ortiz. El futuro de la isla, la mayoría con los uniformes de sus respectivas escuelas y colegios, también llegó.
La serie cultural “Diálogos icónicos”, que tiene como objetivo la preservación y exaltación del legado de las figuras más influyentes del arte y la cultura puertorriqueña y latina, fue creada por AdVice Global y Producciones Tropical.
El público, que permaneció sentado durante aproximadamente dos horas, tuvo la oportunidad de hacer preguntas mediante un “QR Code”. También se quedaron con el orgullo de disfrutar a una leyenda viva y la certeza de que la promesa de que los sueños sí se hacen realidad es para todos. Solo hay que trabajarlos y no claudicar.
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