

8 de agosto de 2025 - 11:10 PM
Precedidos de un prestigio que los proyecta como los cantantes operísticos más fascinantes de su generación, el tenor británico Freddie De Tommaso y la mezzosoprano canadiense Emily D’Angelo se presentarán este viernes 8 de agosto a las 7:30 p.m. en la Sala Sinfónica Pablo Casals del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico bajo la batuta del maestro Enrico Fagone, en una producción de Guillermo L. Martínez para CulturArte de Puerto Rico.
Jóvenes, carismáticos, técnicamente impecables y dotados de una profundidad interpretativa inusual, ambos han cautivado a públicos en las principales salas de concierto y teatros de ópera del mundo.
Freddie De Tommaso —el primer tenor británico en firmar un contrato exclusivo con Decca desde el legendario Benjamin Britten— ha sido aclamado por su poderosa voz, su elegancia vocal y una intensidad dramática que evoca la gran tradición italiana del canto. Desde su debut triunfal en el Royal Opera House de Londres hasta sus interpretaciones en escenarios como La Scala y la Staatsoper de Viena, Royal Opera House de Londres, la Semperoper de Dresde, la Ópera de Santa Fe y el Metropolitan Opera House de Nueva York, De Tommaso ha dejado claro que su nombre ocupará un lugar destacado en la historia del bel canto.
Emily D’Angelo, por su parte, —y luego de su debut en Puerto Rico en 2019—, ha redefinido lo que significa ser una mezzosoprano del siglo XXI. Galardonada con el Primer Premio en la edición de 2018 de Operalia, con el prestigioso premio de la crítica discográfica alemana y nombrada “Vocalist of the Year” por “Musical America”, su versatilidad le permite transitar sin esfuerzo del repertorio barroco a la música contemporánea, aportando a cada proyecto una visión singular, una técnica impecable y un magnetismo escénico hipnótico. Su álbum debut, “Enargeia”, fue aclamado por su audacia estética y profundidad conceptual.
Reunir en una misma conversación a dos artistas de esta magnitud es una oportunidad única para conocer de cerca sus visiones del arte, sus procesos creativos y sus miradas sobre el presente y el futuro de la ópera. Con generosidad y franqueza, Freddie De Tommaso y Emily D’Angelo nos abren una ventana a sus mundos, demostrando que la ópera no solo está viva, sino que vibra con nuevas voces que la proyectan con fuerza hacia el porvenir.
Ambos conversaron con El Nuevo Día el pasado martes por la tarde, poco antes del ensayar y apenas poco después de haberse conocido en persona para cantar juntos por primera vez
—Me siento muy afortunada, sin duda. Esa es la primera cosa que me viene a la mente cuando pienso en el camino que he recorrido para llegar hasta aquí profesionalmente —dice Emily—. He tenido muchísimas experiencias geniales y, por supuesto, mucho trabajo duro. Podría haber hecho un millón de cosas si el canto no hubiera funcionado. La opción número uno para mí siempre fue la música, así que tuve muchísima suerte de conseguir esto, incluso desde niña.
—Yo soy lo opuesto —dice por su parte Freddie—. De niño nunca pensé en una carrera musical ni nada parecido. La música era algo que hacía como actividad extracurricular. Pero no pensé que sería algo profesional hasta que empecé a estudiar en Londres. Fue entonces cuando pensé: ‘Oh, quizás esto puede ser una profesión’. Tenía 20 o 21 años. Antes de eso quise estar en el ejército.
—La ópera es un arte profundamente ligado a la tradición, pero que también evoluciona constantemente. ¿Cómo equilibran ese legado con una visión contemporánea del canto y la interpretación?
—Siempre me impresiona lo modernas que son las piezas antiguas, cómo tan a menudo estamos contando las mismas historias con diferentes palabras y personajes —comenta Emily—. Si miras hacia atrás, a óperas tempranas como ‘L’incoronazione di Poppea’, de Monteverdi, se trata de las mismas luchas de poder, amor, desamor, cultura, interacciones humanas… siempre ha sido eso. Ser humano. Así que trato de mantener eso lo más presente posible, incluso cuando contamos historias antiguas.
—Pero tu repertorio es más contemporáneo, por lo que he escuchado en tus discos...
—Sí. Mis discos definitivamente lo son, aunque el primer álbum tiene algunas de las piezas más antiguas del repertorio, de hace casi mil años. Así que diría que cubro ambos extremos.
—Y tú, Freddie, cultivas un repertorio mucho más clásico. ¿Cómo sientes ese repertorio en esta era moderna? ¿Crees que la ópera sigue siendo importante para el público, especialmente para los jóvenes?
—Sí, claro. La gente se siente atraída por ella porque es la mejor música que se ha escrito. La música es hermosa, las historias son interesantes y siguen siendo relevantes. Como dijo Emily, tratan sobre la naturaleza humana, y eso no ha cambiado. Mientras hemos avanzado en otras áreas, las interacciones humanas siguen siendo las mismas que hace siglos. Por eso siguen conectando con la gente.
—Ambos han interpretado repertorios variados en distintos idiomas y estilos. ¿Cómo se preparan para un nuevo papel? ¿Qué priorizan: la voz, la actuación, la emoción?
—Siempre empiezo con el texto, con las palabras —apunta Emily—. Si sé exactamente lo que estoy diciendo y mantengo mi técnica, el cuerpo responde naturalmente, y no tengo que “poner” la emoción encima. Ya está ahí.
—Cuando aprendo algo nuevo, escucho grabaciones de mis cantantes favoritos en ese rol —comenta el tenor—. Mi rol favorito ahora mismo es probablemente Cavaradossi. También me gusta mucho Don José y acabo de debutar como Turiddu en “Cavalleria Rusticana”, lo cual me encantó.
—Sobre el repertorio que cantarán este viernes... Freddie, tú eres muy clásico, y tú, Emily, muy moderna. ¿Cómo se encontrarán?
—Tuvimos que encontrarnos a medio camino —dice Emily con una sonrisa—. Él vive por aquí, yo por allá, pero logramos crear un programa en el que ambos podemos convivir. Será un programa genial, con secciones extensas de óperas, no solo arias sueltas.
—En esta era donde los artistas jóvenes pueden alcanzar fama global muy rápido, ¿cómo se mantienen con los pies en la tierra y auténticos?
—Mis amigos me mantienen bien anclada. No sé tú, Freddie.
—Sí, igual. Nunca siento que sea una amenaza porque todo esto requiere mucho trabajo.
—¿Pero saben que son estrellas?
—Yo no lo pienso así —asevera Freddie—. Hoy en día, ser una estrella de ópera no es como hace 100 años. Puedes caminar por Londres y nadie sabe quién eres. Hace 100 años, si Caruso caminaba por la calle, todos lo reconocían. Incluso hace 50 años, si Pavarotti caminaba por ahí, todos sabían quién era. Ahora, alguien como Anna Netrebko puede ir al supermercado y nadie la reconoce.
—Freddie, tu voz ha sido comparada con grandes tenores del pasado. ¿Qué significan para ti esas comparaciones?
—Es halagador. Pero lo que me gustaría es que la gente reconozca la individualidad en mi voz, como podías reconocer a Pavarotti o Di Stefano con solo una palabra, me gustaría que digan: “Ah, ese es Freddie.” Aunque también da un poco de miedo tener que estar a la altura. Ambos estamos muy emocionados de cantar para el público de esta tierra. Es emocionante descubrir una nueva esquina del mundo. Ahora puedo marcar a Puerto Rico en el mapa.
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