

23 de diciembre de 2025 - 11:10 PM

Vivir desde la queja puede tener un impacto negativo profundo en la vida personal, emocional y social de una persona. Cuando alguien se enfoca de manera reiterada en lo que no funciona en su vida, en vez de apreciar lo positivo, desarrolla una visión pesimista que termina afectando su equilibrio.
Esta perspectiva fatídica no solo limita la capacidad de disfrutar los logros y aspectos gratificantes del día a día, sino que también se predispone a arruinarse la existencia estropeando una respuesta benéfica a las situaciones cotidianas.
Uno de los principales efectos de manejarse desde las lamentaciones es el aumento de los niveles de estrés y ansiedad.
Al centrar la atención en las carencias, heridas, dolores, traumas, y si agregamos que la mayoría de los eventos los considera mal o insuficientes, el cerebro se habitúa a identificar problemas y peligros, generando un ciclo de retroalimentación negativa.
Esta dinámica contribuye, según el psicólogo y escritor estadounidense Martin Seligman, a la disminución de la autoestima y el bienestar personal, la persona se siente atrapada en una espiral de insatisfacción que parece no tener fin.
¿Afectaría la persona quejumbrosa también sus vínculos? Indudablemente. Las personas cercanas pueden llegar a sentirse desgastadas ante el ambiente hostil al que se exponen. Estos seres resultan muy difíciles de complacer, produciendo malestar en sus relaciones interpersonales, resultan cargantes, tienden a deteriorar los lazos afectivos con amigos, familiares y colegas. La convivencia puede lacerar el apoyo genuino y la colaboración de otros.
El entorno social regularmente es un reflejo del estado emocional interno, creando un círculo vicioso donde apatía se retroalimenta.
Regularmente, atraemos situaciones análogas a la frecuencia en que vibramos, las facilidades o trabas cotidianas, en gran medida dependen de dónde ponemos nuestra atención y nuestra actitud ante las circunstancias que ocurren.
En general, las personas rumiantes de su infortunio tienden a afectar tanto lo personal como lo profesional, pues se deteriora la confianza en las propias capacidades para afrontar y resolver problemas, y provoca una sensación de impotencia o estancamiento interno. Hacer consciencia es el primer paso para una transformación personal.
El psicólogo Albert Ellis plantea que, al cambiar el enfoque de la queja hacia la acción, las personas pueden descubrir recursos internos y externos para superar los retos y alcanzar metas significativas. Se requiere que tome responsabilidad sobre la propia vida y elegir ser parte activa del cambio.
Algunas sugerencias adicionales para proporcionar energía positiva y bienestar incluyen:
Al final, la clave está en asumir el protagonismo de la propia vida y abrirse a crear condiciones más amables de percibir y afrontar la realidad.
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