Cuando se tiene diabetes, los niveles de glucosa en sangre son demasiado altos y hay un funcionamiento inadecuado de la hormona insulina que ayuda a la glucosa ingresar a las células.
Cuando se tiene diabetes, los niveles de glucosa en sangre son demasiado altos y hay un funcionamiento inadecuado de la hormona insulina que ayuda a la glucosa ingresar a las células. (Shutterstock)

Desde 1991, cada 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes.

Se estima que el 16.8 por ciento de la población adulta en Puerto Rico padece de diabetes y a esta cifra se agregan las personas que tienen la enfermedad y lo desconocen.

Nuestro cuerpo funciona con glucosa para obtener energía. Cuando se tiene diabetes, los niveles de glucosa en sangre son demasiado altos y hay un funcionamiento inadecuado de la hormona insulina que ayuda a la glucosa ingresar a las células.

En la diabetes tipo 1, el cuerpo no produce insulina; en la diabetes tipo 2 —la más común en el mundo— se produce insulina de manera insuficiente. Sin suficiente insulina, la glucosa se acumula en la sangre, causando que aumenten los niveles de azúcar.

¿Y la prediabetes? Esto significa que los niveles son más altos de lo normal, pero no tanto como para hablar de diabetes, es un aviso a hacer cambios en los hábitos para evitar desencadenar en una diabetes tipo 2.

Obtenemos glucosa a través de los alimentos que consumimos, los carbohidratos que encontramos en nuestro plato son los que aportan glucosa a nuestro organismos. Cuando somos diabéticos, es muy importante prestar atención a lo que comemos, los horarios, evitar pasar mucho tiempo sin ingestas, planificando comidas regulares y equilibradas intentando consumir la misma cantidad de carbohidratos en cada comida. Al controlar los niveles de azúcar se reduce el riesgo de complicaciones graves, como la pérdida de visión, complicaciones renales y problemas cardíacos secundarios a la diabetes.

Si bien no existe un plan de comidas que funcione a rajatabla para todos los diabéticos, debemos tener en cuenta el peso de la persona, la presencia de otras enfermedades, medicamentos que tome, su estilo de vida y preferencias.

Sí podemos hablar de un plan de alimentación que incluya cantidades saludables de todos los grupos de alimentos: frutas y verduras, cereales integrales -como arroz, quinoa, avena, harinas integrales que evitan los picos de azúcar en sangre que producen las harinas refinadas- y proteínas como carnes magras, pollo, pescado, huevos, lentejas, habichuelas y garbanzos.

A la hora de controlar la diabetes, se trata de evitar los alimentos con elevado contenido de azúcares, ya sean los naturales como los agregados. El azúcar natural de los alimentos que está en las frutas, verduras, cereales y lácteos, nos da energía y nutrientes. Los alimentos con alto contenido incluyen caramelos y dulces, refrescos, panes, arroz y harinas refinadas.

Por otro lado, los azúcares añadidos son los azúcares y jarabes que muchas veces lees en etiquetas, que se le adicionan al alimento artificialmente sin aportar nutrientes. Se agregan cuando quiere aumentarse el gusto, las ganas de comer más y para que duren más tiempo.

Una forma de ayudar a un diabético es enseñarle a mirar las etiquetas para encontrar el azúcar oculto en los productos. Les propongo tomar una etiqueta de algún paquete de galletas, yogures, dulces y que busquen los ingredientes que terminan en “osa”, que es el nombre químico de muchos tipos de azúcares, como fructosa, glucosa, maltosa y dextrosa.

Luego busquen alguno de estos nombres: jugo de caña y jarabe de caña, edulcorantes de maíz y jarabe de maíz de alta fructosa, jugos concentrados, néctar de frutas, jugos concentrados, miel, melaza, jarabes de malta o de arce. Un producto puede no tener la palabra azúcar, pero sí otros tipos que funcionan de igual forma en el cuerpo.

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