Halloween es una de mis celebraciones favoritas. Poder abrir la puerta de mi casa y repartirles dulces a los niños que vienen disfrazados, me parece maravilloso. Como muchas personas, siempre preparo una canasta llena de dulces para recibir a los niños. Pero hace unos años se me ocurrió dejarla en medio de la mesa del comedor en lo que me preparaba. Cuando regresé, la canasta en la cual había depositado tres bolsas llenas de chocolates, estaba completamente vacía.
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Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 8 años.