

26 de septiembre de 2025 - 5:50 PM
A cinco meses de comenzar tratamiento por el uso problemático de sustancias, Luis Javier Santos Rodríguez, de 39 años, recibió una noticia que lo ayudará a seguir transformando su vida: fue admitido a culminar una carrera en ingeniería civil en la Universidad Politécnica de Puerto Rico.
“Es ahora el momento. Esta es la oportunidad que tengo que aprovechar. Estoy determinado. Es ahora o nunca”, dijo este viernes, emocionado, tras relatar el difícil trayecto de su adicción, en el cierre del Mes de la Recuperación celebrado en el Centro de Acogida del Municipio de San Juan, en las Parcelas Falú.
A los 6 años, Santos Rodríguez fue separado de su madre biológica, con la que no convivió hasta dos décadas después. A lo largo de su niñez y adolescencia, piso cuatro hogares sustitutos al sur de la isla.
“Quería estar con mi mamá y no tengo malos recuerdos de ella. Tenía más hermanos y a todos los removieron. Me adoptó una familia buena cuando tenía 12 años. A los 18 años, entré a la Universidad de Puerto Rico en Cayey. Me quedaba con un ‘roommate’, que fue el que me dio (marihuana) porque pensaba que tenía cara de que fumaba. Desde que empecé a fumar marihuana, no paré”, narró.
Mientras su adición crecía –sumándose otras sustancias más peligrosas como cocaína y heroína–, se quedó solo. A los 25 años, comenzó a estudiar en la Politécnica, pero el abuso de sustancias destruyó sus planes universitarios.
“Se me cerraron todas las puertas. Ahí, experimenté la calle por primera vez en mi vida. En 2011, caí en Casa de Nuestra Gente (albergue de varones en San Juan) y mi familia de crianza me fue a buscar. Nos fuimos para allá afuera (Estados Unidos), pero recaí”, contó.
Al regresar a Puerto Rico, cayó preso y pasó 18 meses encerrado sin tratamiento. “Ahí, sí que experimenté lo que es la heroína y se me hizo más difícil. Creo que donde más droga vi en mi vida fue cuando caí preso”, subrayó.
El 7 de noviembre de 2015 salió en libertad, pero “más enfermo”, aseguró.
“Mi mamá biológica murió en enero y eso me dolió mucho. Cuando la vi muerta, pensé: ‘Wow, espérate’. Debí haber estado ahí para ella”, dijo sobre la pérdida, en enero pasado.
Santos Rodríguez es padre de un adolescente con el que mantiene contacto, a pesar de que vive lejos en Estados Unidos. “Le comenté que iba a estudiar. Me dijo que echara pa’lante”, compartió, conmovido, y asegurando que su hijo lo “ama mucho”.
“Lo que hago son cosas lindas con él. No le hablo de nada de eso (adicción). Si veo a alguien que está en la calle, lo ayudo. Le doy $5 o $10. Lo que le pueda dar, lo que tenga, para que él vea que la gente de la calle se ayuda”, afirmó.
A principios de junio, tras un mes de desintoxicación en Centro Médico, Santos Rodríguez ingresó al Centro de Acogida, donde comparte con otros hombres que también han sido víctimas de las drogas. Sigue su tratamiento con la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca).
“Me ayuda (a mantenerme limpio) las ganas que tengo de echar para adelante. Me pongo a trabajar. Me levanto a las 6:00 a.m. y saco la basura y me pongo a limpiar. Como quien dice soy el ‘handyman’ de aquí, quien arregla las cosas”, compartió.
Describió el hogar temporero como “un lugar diferente”, que ha puesto muchos recursos a su disposición para lograr mantener su mente enfocada para comenzar a estudiar en noviembre.
“No todo el mundo tiene la oportunidad de tener una mamá, un papá, unos hermanos, una familia buena... Pienso que estos programas son un salvavidas. Es una bendición estar en un país como nosotros, que tiene este tipo de ayuda”, destacó.
La directora del Departamento para el Desarrollo Social Comunitario del Municipio de San Juan, Francine Sánchez Marcano, precisó que el centro cuenta con 30 camas para vivienda transitoria y 12 de albergue. “No solo ofrecen un techo, sino también oportunidades para reinsertarse en la sociedad y reconstruir una vida estable”, subrayó.
El 33% de la empleomanía de estos programas sociales fueron personas sin hogar, como Josué Laureano Betancourt.
Justo en el día de su cumpleaños, el hombre narró como cayó en las drogas desde sus 16 años.
“Fue un salto muy rápido a la heroína. Usaba heroína intravenosa y, a los 17 años, como coloquialmente decimos en la subcultura del viejo mundo, ‘me rompió el cable’. Estuve casi 25 años bajo esa adicción. Deambulaba en la avenida Muñoz Rivera, frente al Darlington”, dijo el ahora empleado sanjuanero que impacta a otras personas sin hogar.
En 2013, entró al programa de Hogar Crea, en el que estuvo 18 meses. Luego, fue participante del programa de Desarrollo Social, donde logró adquirir una vivienda segura.
“Esta base que me dio el Municipio es una de las cosas que me sostiene a mí, que me ayuda a tener un hogar seguro. Tengo una compañera que pasó por la adicción también y ahora trabaja en el Departamento de Salud, y estamos los dos echando pa’lante, poco a poco, echando pa’lante”, remarcó.
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