Las crecientes hostilidades entre Estados Unidos y Venezuela en el teatro de guerra del mar Caribe han puesto súbitamente a Puerto Rico bajo el foco de la atención mundial como uno de los puntos neurálgicos en las tensiones geopolíticas al ser un territorio estadounidense con gran proximidad con el país sudamericano, no solo geográfica sino culturalmente.
Aunque para algunas generaciones pudiera parecer que es la primera vez que Puerto Rico vive tal notoriedad como bastión militar en un conflicto mundial de gran escala, lo cierto es que la isla, como epicentro de actividades como el espionaje y el contraespionaje, ya tiene precedentes históricos, especialmente durante el periodo entre 1939 y 1945.
Luego de la invasión de Polonia en septiembre de 1939 por la Alemania nazi, su fuerza naval comenzó a provocar estragos en las rutas de comercio marítimo entre Estados Unidos y Europa al norte del océano Atlántico, torpedeando navíos comerciales con su nueva cepa de U-Boats.
En ese mismo mes el periódico The New York Times reportaba sobre cuatro U-Boats que navegaban con destino a las aguas del mar Caribe en una “arriesgada” misión para capturar la isla francesa de Martinica y asegurar una base de operaciones en la región.
La región del Caribe ardía con las llamas de la guerra.

Espionaje en Borinquén
El doctor Gerardo M. Piñero Cádiz, profesor de Historia en el Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Humacao, relata en su ensayo “Espionaje y contraespionaje en Puerto Rico durante la Segunda Guerra Mundial” —publicado en 2016 en la revista académica Cuaderno Internacional de Estudios Humanísticos y Literatura— que el carpeteo contra los llamados subversivos, que permeó durante la primera mitad del siglo XX en Puerto Rico, a partir de 1939 se vio enfocado en la vigilancia contra el espionaje en el marco de un conflicto global.
“La inminente guerra que se asomaba (en Europa) a fines de agosto de 1939 provocó que Washington enviara a Puerto Rico al capitán retirado de la Armada de Guerra de los Estados Unidos, oficial de inteligencia y exagente del FBI (Negociado Federal de Investigaciones), Edgar K. Thompson, quien fue el responsable de organizar la oficina de agentes gubernamentales, o G-Men, en San Juan, que habría de dirigir la campaña contra los espías en la Isla”, indicó el profesor, experto en el tema.
“Para entonces se estaban vigilando de cerca las actividades de extranjeros en la isla y la posible existencia en San Juan de estaciones de radio clandestinas, sobre todo porque se tenía conocimiento de que Radio Berlín, en Alemania, había transmitido noticias sobre acontecimientos relacionados con Puerto Rico”, añade.
Al igual que el FBI, indica Piñero Cádiz, la Policía Insular vigiló a los ciudadanos alemanes radicados en la islay también fichó a las personas de origen italiano, debido a la proximidad del gobierno fascista del dictador Benito Mussolini con el régimen nazi en Alemania.
Sobre el particular, el profesor señala en su ensayo que el entonces presidente Franklin D. Roosevelt declaró en mayo de 1940 que “La amenaza actual a nuestra seguridad nacional no se limita solo a las armas militares. Conocemos nuevos métodos de ataque. El Caballo de Troya. La Quinta Columna que traiciona a una nación desprevenida. Espías, saboteadores y traidores son los protagonistas de esta nueva tragedia”.
Ello se materializaría, cuando, en junio de 1942, Puerto Rico despertó con la noticia de la captura, por parte del FBI, de seis espías nazis arrestados en la ciudad de Nueva York a quienes les confiscaron documentos con información clasificada que incluía datos sobre las defensas de la milicia estadounidense en Hawái y las instalaciones militares en la isla.
Entre los documentos incautados por las autoridades federales, según artículos de prensa, destacó un telegrama que indicaba que “...parece mejor idea enviar un observador a Puerto Rico”.
Censuran las telecomunicaciones
Ante la declaración del presidente Roosevelt, la Oficina Naval de Inteligencia (ONI) del Décimo Distrito Naval inició un programa para censurar las telecomunicaciones y estableció en San Juan una oficina para crear y mantener carpetas de “potenciales subversivos”.
La censura de las comunicaciones por cable o radio realizadas con personal de la Reserva Naval se extenderían eventualmente a los tres periódicos de circulación del país además de a las seis estaciones radiales que operaban en el momento, tres de ellas desde la ciudad capital (WKAQ, WNEL y WIAC).
“La censura del tráfico en las comunicaciones por radio era vital para la seguridad del movimiento de los barcos mercantes y militares: era indispensable la omisión de cualquier información que pudiese ser aprovechada por el enemigo”, señala el profesor.

Para marzo de 1942, la Oficina para la Censura (Office of Censorship) se ubicaba en el segundo piso del Edificio Ochoa, en el Viejo San Juan, mientras que la oficina encargada de censurar las comunicaciones por radioteléfono estaba ubicada en la Parada 15, en Santurce, en las instalaciones de la Porto Rico Telephone Co.
“Para estas tareas existía en la oficina un personal compuesto por 18 oficiales comisionados, dos enlistados y 27 civiles”, explicó.
Desde septiembre de 1939 la ONI encarceló a ciudadanos alemanes y sus aliados residentes en las colonias inglesas caribeñas.
En Puerto Rico, para diciembre de 1941, existían 11 alemanes confinados clasificados como extranjeros peligrosos. Otros 10 alemanes fueron removidos de áreas restrictas y otros siete fueron liberados bajo palabra.
Suspicacia tras llegada del “Meteor”
El 28 de enero de 1938, atracó en San Juan un buque científico operado por militars del gobierno Nacionalsocialista (nazi) alemán llamado “Meteor”, que, presuntamente, estudiaba las profundidades del Océano Atlántico. Los visitantes fueron recibidos por el Ayuntamiento y por la prensa local como “huéspedes de honor”, según reseñó el periódico El Mundo en su revista de sociales “Puerto Rico Ilustrado”, en la edición del jueves, 10 de febrero de 1938.

Según la publicación, los representantes del gobierno nazi ofrecieron un recorrido del barco a los funcionarios y a la prensa puertorriqueña en el que disfrutaron también de cervezas alemanas.
“Los alemanes informaron que al norte de Puerto Rico habían hallado uno de los puntos más profundos del planeta, y dijeron que era ‘muy hermosa la entrada a la bahía sobre todo el Castillo del Morro’”, indica el reportaje.
“Los nazis pidieron hidrógeno para sus globos que medían la velocidad del viento. Se les explicó que sería difícil porque había una huelga de trabajadores del muelle, pero que tratarían de procurarlo. Llamó la atención de los alemanes las maniobras militares aéreas que se realizaban sobre San Juan, en preparación para una posible guerra con Japón y Alemania”, explicó por su parte el historiador.
Más tarde, el primero de febrero, reseñó Puerto Rico Ilustrado, las sociedades españolas en Puerto Rico recibieron a los alemanes en la Casa España, asegurando que se sentían honrados por su visita a través de un discurso del vicepresidente de la organización, don Manuel Gómez López. Según la publicación, el comandante nazi expresó su gratitud, y dio vivas a Francisco Franco, dictador fascista de España y aliado de los nazis.

Los historiadores arguentan que la visita del buque alemán corroboró la convivencia entre las organizaciones falangistas en Puerto Rico y la estrategia nazi de inserción y dominio en América Latina.
Sin embargo, el Meteor no era un buque cualquiera. Se trataba de una embarcación para realizar estudios y mediciones hidrográficas y, con los resultados de esas investigaciones, se realizaban cartas náuticas que permitían señalar vías navegables o aguas poco profundas.
El Meteor se usó desde 1925 para investigaciones y cubrió más de 67,500 millas náuticas entre África y Sur América. Luego estuvo en las costas de Islandia y el Atlántico Norte hasta tomar rumbo al sur y recalar en Puerto Rico para la visita.
Piñero Cádiz argumenta en su ensayo que las tácticas de represión utilizadas contra ciudadanos de naciones “enemigas” residiendo en territorios estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial fueron utilizadas más adelante contra los nacionalistas puertorriqueños.
“La ONI, la División de Inteligencia Militar del Ejército y el FBI en colaboración con la Policía Insular, perfeccionaron las operaciones de censura, espionaje, contraespionaje y el sistema de recopilación de información de ciudadanos para la elaboración de carpetas. Sin embargo, finalizado el conflicto, las actividades de estas instituciones apuntaron sus cañones hacia el nacionalismo y el independentismo provocando la legislación represiva del 1948 mejor conocida como la mordaza”, sostiene el profesor en su ensayo.

