Los bajos salarios y las difíciles condiciones de trabajo, que en muchas ocasiones deben completar sin contar con los recursos necesarios, hacen que, año tras año, profesionales abandonen las filas del magisterio. El interés por ser maestro se ha desplomado entre los jóvenes y, en la próxima década, los educadores que están hoy en los salones llegarán a la edad de jubilación sin que haya un cuadro claro de quiénes los sustituirán.