

14 de diciembre de 2025 - 10:38 AM

SANTIAGO - Los chilenos acudían el domingo a las urnas para una segunda vuelta de las elecciones presidenciales en las que decidirán entre la permanencia del oficialismo o dar un giro hacia la derecha más extremo desde la redemocratización en 1990.
Unas 15.7 millones de personas están convocadas a las urnas para elegir al próximo presidente en unos comicios marcados por el temor a la delincuencia y la inmigración irregular.
Los chilenos deberán elegir entre la permanencia del oficialismo, encabezado por la comunista y exministra del Trabajo Jeannette Jara, y un giro ideológico plasmado en la candidatura del republicano José Antonio Kast, uno de los principales referentes de la extrema derecha latinoamericana y quien se perfila como favorito en todas las encuestas.
El presidente saliente, Gabriel Boric, aprovechó la jornada electoral para hacer un llamado a los chilenos para que se animen a salir y ejercer su derecho al voto para fortalecer la democracia.
“Quiero realizar un llamado a la ciudadanía, invitarlos a ser parte de la dirección democrática que decidirá en parte el futuro de nuestro país durante los próximos 4 años”, dijo en una rueda de prensa después de votar en su ciudad natal de Punta Arenas, en el extremo sur de Chile.
Agregó que la jornada de hoy se trata de “seguir construyendo un destino común, independiente de las legítimas diferencias políticas que existan” y que tendrá “toda disposición” en el traspaso de mando, independiente de quien salga ganador. “Chile es uno solo”.
Las dos primeras horas de la jornada electoral se desarrollaban de forma tranquila, pese al inusual frío que azotaba gran parte del país.
La capital chilena amaneció con lloviznas atípicas para el clima de diciembre, en contraste con la calurosa jornada de la primera vuelta celebrada hace un mes. Muchos votantes esperaban su turno en los colegios electorales protegidos con paraguas y abrigos para hacer frente a los gélidos vientos.
“Hay harto frío, mucho viento y ahora empieza a llover. Así que vine a votar muy tempranito para poder volver a casa rápido”, dijo la jubilada Macarena Rivas, de 73 años.
Kast, líder del Partido Republicano y uno de los principales referentes de la extrema derecha latinoamericana, se enfrenta a la abanderada del oficialismo Jara, la primera comunista en encabezar una lista única que aglutina a todos los sectores de la izquierda y centroizquierda chilenas.
Según las encuestas, Kast se sitúa con una ventaja de entre 15 y 20 puntos sobre Jara.
En su tercera postulación a La Moneda, el veterano político se ganó la simpatía del electorado con su promesa de instaurar un “gobierno de emergencia” de tolerancia cero con el crimen organizado y la inmigración irregular -las dos mayores preocupaciones de los chilenos-.
“Esta es una cruzada para recuperar la paz, el orden y la justicia en nuestro país”, aseveró en su masivo cierre de campaña el jueves.
Kast acudió a su centro de votación en la comuna de Paine, en el sur de la Región Metropolitana, en las primeras horas de la mañana y fue recibido por decenas de partidarios. “Se siente, se siente, Kast presidente”, vociferaban sus simpatizantes mientras saludaban, aplaudían y se hacían fotos con el candidato.
“Chile tiene una tradición y yo tengo muy claro que quien gane, sea Jeannette Jara, sea yo, va a tener que ser presidenta o presidente de todos los chilenos”, dijo a los periodistas tras emitir su voto. Aseguró además que “quien asume el cargo tiene una tremenda responsabilidad: todos los temas que nos preocupan y que nos ocupan no tienen color político”.
Hace cuatro años el republicano llegó a acariciar el sillón presidencial pero fue derrotado en el balotaje por el actual mandatario Gabriel Boric, al ser delatado por sus posturas consideradas por muchos como extremas, como su oposición al matrimonio igualitario, el aborto, la reducción de la jornada laboral o su complacencia con la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
Sin embargo, este año poco o nada se ha hablado de temáticas sociales en la carrera presidencial.
“Fue una campaña bastante pobre”, evaluó en diálogo con The Associated Press la politóloga Claudia Heiss, de la Universidad de Chile. “Los dos candidatos han tratado de apuntar a lo que se considera como las agendas prioritarias y eso de alguna manera desdibuja las diferencias entre ellos”.
En los últimos años Chile ha pasado por transformaciones profundas y fue testigo de fenómenos hasta entonces desconocidos para esta nación de 18.5 millones de habitantes. Entre ellos, el ingreso de violentas bandas del crimen organizado y un flujo sin precedentes de inmigrantes, en especial venezolanos.
En ese caldo de cultivo se disparó la delincuencia, apuntada como el mayor temor por dos tercios de los chilenos según el informe Preocupaciones del Mundo divulgado en noviembre por IPSOS, que cada mes recoge la percepción de unas 25,000 personas en una treintena de países.
A su vez un 40% dijo preocuparse por la inmigración sin control, a la que muchos apuntan como el detonante del aumento de la violencia urbana.
“Hay un momento de psicosis por la inseguridad”, dijo a AP la peruana Naty Pérez, quien votará por Kast porque dice que no quiere que el comunismo llegue al poder. La mujer también criticó el aumento exponencial del coste de vida en el país y los altos precios para la salud. “La gente está harta de la situación”.
Entre las principales promesas de Kast figuran la deportación masiva de los cerca de 330,000 inmigrantes indocumentados que actualmente residen en Chile y una mayor autonomía a las fuerzas de seguridad, como la policía y el ejército, para contrarrestar el poderío de los narcos.
En la otra punta se sitúa Jara, exministra del Trabajo de Boric y quien promete “medidas contundentes” para aplacar el crimen y la migración irregular, pero también busca dar continuidad a una serie de beneficios sociales que impulsó en sus años al frente de la cartera, entre ellos una semana laboral más corta, una jubilación más generosa y un ingreso mínimo más alto.
Para ello propone endurecer la política migratoria, empadronar a los extranjeros sin documentos y combatir el narcotráfico a través de incursiones policiales y rastreando el dinero que lo financia, al paso que también se plantea impulsar reformas sociales que no han avanzado en los últimos años en el Congreso.
Jara es la primera comunista en encabezar una candidatura única que engloba a todos los sectores progresistas de la política chilena, aunque su militancia de casi cuatro décadas en el Partido Comunista también ha jugado en su contra, ya que muchos han mostrado resistencia en apoyarla, sobre todo desde los sectores más centristas.
“Es el peor de los dos mundos”, opinó el venezolano Claudio González, en Chile desde 2021 y que trabaja como conductor de Uber, todavía a la espera de regularizar sus papeles.
Por otro lado, los orígenes humildes de Jara -creció en una población en las afueras de Santiago y fue la primera en su familia en ingresar a una universidad- y su tono cercano hizo que muchos se identificaran con su trayectoria y viesen en su candidatura un camino para atajar la desigualdad en uno de los países más desiguales del mundo.
“Ella sabe qué es no conseguir pagar las cuentas, estar siempre en aprietos”, dijo la peluquera Marlis Rojas, de 46 años. “Y como mujer, no podría votar por la derecha de Kast, por todo lo que él representa y ya dijo en el pasado”.
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Esta historia fue traducida del inglés al español con una herramienta de inteligencia artificial y fue revisada por un editor antes de su publicación.
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