

Hace algo más de una semana, un joven mormón, criado desde chico con acceso a armas de fuego, tomó un rifle como quien escoge un par de botas en su cuarto, condujo hasta la Universidad de Utah Valley, donde la organización del influencer Charlie Kirk realizaba un encuentro con estudiantes, disparó una vez a cientos de metros de este y lo asesinó en el acto. Tyler Robinson, el muchacho de 22 años acusado de matar a Kirk, pudo verse influido, como cualquier joven, por las nuevas experiencias de su entorno y haberse indignado hasta perder la cabeza con las posiciones del influencer aliado del movimiento MAGA, pero, previsiblemente, la confrontación con Kirk no hubiera pasado del grito de unas palabras altisonantes, si no estuviera normalizado en su medio el acceso a armas apropiadas para una guerra.
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