


Un granito nacido en China hace miles de años adquirió la sorprendente capacidad de revelar las contradicciones de la política global contemporánea. Su larga trayectoria, desde los arrozales antiguos del Yangtsé, pasando por la España islámica y desembarcando en el Caribe colonial, demuestra que los alimentos han viajado a través de los imperios mucho antes, y con mayor fluidez, de lo que estados modernos están dispuestos a reconocer. Cuando España llegó a las Américas, en el siglo XVI, el arroz ya formaba parte de la dieta ibérica, y rápidamente se expandió por las Antillas. Documentos coloniales muestran que para 1512 ya se sembraba arroz en Santo Domingo y probablemente desde allí pasó a Puerto Rico y Cuba.

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