


El discurso público en Puerto Rico ha estado marcado, durante décadas, por la persistencia de una narrativa que atribuye buena parte de las ineficiencias del Estado al tamaño de su fuerza laboral. Bajo el apodo de “gigantismo gubernamental”, este argumento sostiene que la estructura administrativa del país opera con un aparato burocrático excesivo, cuya magnitud por sí sola explicaría el deterioro en la prestación de servicios públicos y la recurrente inestabilidad fiscal. Esta interpretación, reiterada con especial énfasis en coyunturas de crisis, ha permeado tanto el debate mediático como la percepción ciudadana, convirtiéndose en un diagnóstico simplificado, pero altamente influyente sobre las causas de los problemas administrativos del Estado.

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