

En 1924, un caso estremeció a Estados Unidos. Nathan Leopold, un joven prodigio de 19 años, ornitólogo y miembro de una familia adinerada de origen judío, asesinó junto a otro joven superdotado de 18 años a un muchacho de 14. Su objetivo era experimentar y entender el significado de la muerte, según se informó entonces. El caso acaparó titulares y terminó con una condena de 99 años de prisión, gracias a la defensa del célebre abogado Clarence Darrow, directivo de la Unión de Libertades Civiles, quien logró librarlos de la pena de muerte.
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