Nací y crecí en Aibonito. Ahí viven mis padres y la mayoría de mi familia. Suelo decir que después de la autopista, bajo el cristal y me siento mejor persona. En el camino hacia mi pueblo he sido escoltada por mariposas, recibida por alfombras de flores y he podido enseñarle a mi hijo lo que es habitar una nube cuando atravesamos la ruta Panorámica en la madrugada, la neblina metiéndose dentro del carro, el aire frío despertando la piel. Amo haber nacido allí, en medio de tanta belleza. Amé también irme, aunque aún lo añore. Tocó bajar del monte. Pues, el paisaje más hermoso e idealizado no es más que paisaje si las vidas que le habitan están obligadas a vivir a su sombra.
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