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Y mientras algunos en el Partido Popular Democrático andan midiendo la “limpieza de sangre” del precandidato Jesús Manuel Ortiz (encuestando sobre si su color de piel descarrilará o no su aspiración presidencial), desde Washington el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ni corto ni perezoso le acaba de meter otro bofetón al cadáver del ELA.
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