

Cuando hablamos de puertorriqueñidad, solemos pensar en la comida típica (y el debate de cada Navidad: ¿Llevan o no llevan “ketchup” los pasteles?), en la bomba y la plena (y no, no es música exclusivamente navideña). Además, por supuesto, en lo que denomina la gran escritora boricua Ana Lydia Vega “el sancocho de razas”. Sin embargo, la puertorriqueñidad es mucho más que una palabra de 17 letras. La puertorriqueñidad es mucho más que una mera festividad. Es un sentimiento que está impregnado en lo más profundo de nuestro corazón.
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