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Sabemos que la pintura, la escultura y otras manifestaciones de las bellas artes representan la cultura, las costumbres y la ideología de un país, una época o un artista individual. Y desde hace 40,000 años a. C., fecha en que data la Venus paleolítica más antigua, hasta la actualidad, la imagen de la mujer ha sido tema recurrente en el arte, aun cuando fuera expresada a través de los ojos de un hombre.
Sin embargo, más allá de ser un tema en el arte, las mujeres sin importar su posición social, su responsabilidad laboral, así como su postura en otros ámbitos, se ha encargado de que existan obras de arte en su hogar no solo para el disfrute de la familia, sino para darle una continuidad a lo que es la cultura y la idiosincrasia de un lugar.
Desde los cuadros de la Última Cena o de escenas religiosas que adornaban las casas de nuestras abuelas, hasta lujosas piezas de arte contemporáneo, la mujer ha influenciado para darle a su hogar un sentido estético a través de piezas que hablen de su personalidad, denotan su mundo espiritual y cultural.
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El procurar lucir sus piezas de arte, que sus hijos hereden conocimientos estéticos y gusto por la cultura plástica del país, es de suma importancia en los últimos tiempos, donde el arte y otras manifestaciones culturales como la música, son parte esencial del individuo, quien carga un maletín de conocimientos que la mayoría de las veces viene de lo aprendido en el hogar de la mano de una mujer.
Un ejemplo de ello son tres mujeres que me han permitido mencionarlas por su labor profesional, familiar y filantrópica. La primera de ellas es la licenciada Isis Carballo-García, quien me compartió que la primera pieza de arte que compró al casarse con su esposo, fue un Carmelo Sobrino, la cual guarda con mucho amor y respeto. A través del tiempo, su colección ha ido creciendo tanto en su hogar como en la casa de sus hijos. Y afirma que “coleccionar obras de arte me llena de alegría, me fascina. Siempre me ha encantado ir con mi esposo e hijos a ver arte y escoger una pieza para nuestra colección. Se ha convertido en un proyecto de familia porque ese arte va a pasar de generación en generación. Todos disfrutamos muchísimo escogiendo la obra, decidiendo dónde la vamos a poner, y admirándola día a día. Ahora también llevamos a los esposos y esposas de nuestros hijos y a los nietos porque a todos nos encanta”.
Reconocida profesional del campo de ventas, mercadeo y servicio al cliente, por su parte, Patricia Eaves-Pagán, también nos comparte que su amor por el arte comenzó hace mucho tiempo, pues su abuelo fue vitralista con un gran número de obras realizadas en Puerto Rico. Aunque nos asegura que no tiene un género de arte preferido, piensa que lo más importante es esa conexión que la obra de arte tiene con el que la posee, lo que te recuerda y lo que te hace sentir. “Al pasar los años te das cuenta de que las obras que adquieres pueden también contar los momentos claves de tu vida a través de la creación de otra persona que hizo una profunda conexión contigo. Y en ese aspecto, el legado más importante que le puedes dejar a tu familia a través del arte es el respeto, valor y admiración que debemos demostrar ante un ser humano al que Dios le dio el don especial de la creación y tiene la oportunidad de compartirlo contigo, sin importar su valor monetario”.
Al hablar del rol de la mujer como portadora del legado artístico a la familia, Patricia, quien tiene cuatro hijos y siete nietos, me comenta que “como mujer pienso que tenemos una sensibilidad diferente al hombre, pero sin duda creo que la responsabilidad de valorar el arte es una parte fundamental de la crianza que le corresponde a la pareja. Cada uno aporta de formas diferentes a que nuestros hijos aprendan a apreciar ese don que no todos tenemos y la sensibilidad que se desarrolla cuando lo apreciamos. Es un proceso de aprendizaje que nunca termina”.
Conversando sobre el mismo tema con Beatriz Sánchez-Bacó, quien cuenta con un taller de diseño de moda donde confecciona piezas una en su clase, nos comparte que nació en una familia “donde el arte corre por las venas”. Así que las piezas de arte que constituyen parte importantísima de su hogar son aquellas que le “llaman la atención, nos dicen algo, obras que nos intriga el proceso de la creación, el mensaje que plasma el artista, la curiosidad de dónde surge esa manifestación.
“Al igual que mis padres hicieron conmigo y mis hermanos, he expuesto a mis tres hijos a diferentes tipos de manifestaciones del arte, desde museos, conciertos, viajes, clases de arte y proyectos artísticos en familia. Mi mayor legado sería dejar en ellos la semilla de la curiosidad y la búsqueda de lo que consideren arte”, nos compare para quien su mayor legado como mujer y madre es que sus hijos desarrollen la sensibilidad y el ojo para apreciar las diferentes expresiones y tipos de arte. Que desarrollen su propio criterio.
¡Felicidades a todas las mujeres en nuestro mes!
La autora es propietaria de Galería Petrus, en San Juan.