

4 de diciembre de 2025 - 11:10 PM

La exfoliación es, más allá de un gesto ocasional, uno de los pilares esenciales del cuidado cutáneo para lucir una piel saludable y bonita.
No se trata solo de eliminar células muertas, sino de reactivar la piel, mejorar su textura y potenciar la eficacia de los tratamientos que se aplican después.
Rocío Corrales, experta y gestora de marca de la firma Arganour, emblemática en productos de cuidado de la piel, explica a EFE por qué este paso es imprescindible para mantener la piel sana, luminosa y equilibrada, y cómo integrar la práctica de forma cotidiana.
La piel, como cualquier otro órgano, se renueva de manera natural cada pocas semanas. Sin embargo, ese proceso se ralentiza con el paso del tiempo, el estrés o la falta de hidratación. “El resultado es una piel más apagada, áspera o con textura irregular”, explica Corrales.
La exfoliación actúa como un reinicio cutáneo: “Al exfoliar, eliminamos las células muertas acumuladas en la superficie, favorecemos la renovación celular y activamos la microcirculación. Además, la piel se vuelve más receptiva a los tratamientos que aplicamos después, ya que los activos pueden penetrar mejor”.
No se trata solo de un beneficio inmediato. Según la experta, la constancia es determinante: “Exfoliar no solo mejora el aspecto inmediato, sino que también contribuye a mantener la piel más sana, uniforme y suave a largo plazo”.
Es, en definitiva, una práctica que optimiza la eficacia del resto de la rutina cosmética.De gesto agresivo a ritual sensorialHace años, exfoliar la piel se consideraba una acción que debía realizarse con cautela. “Se asociaba la exfoliación con un gesto agresivo, pero las fórmulas actuales han evolucionado enormemente”, señala Corrales.
Nuevas texturas permiten hacerlo con frecuencia y seguridad, incluso en pieles sensibles.
La clave está en tres factores: la fórmula, el tamaño de la partícula exfoliante y el modo de aplicación. “El secreto está en la fórmula, en cómo la aplicamos y, sobre todo, en respetar las necesidades de nuestra piel”, incide la especialista.Las partículas demasiado grandes o abrasivas pueden alterar la barrera cutánea, por eso hoy se distinguen los exfoliantes faciales de los corporales.
“Cada uno está diseñado para ofrecer una acción eficaz sin comprometer la barrera cutánea”, añade sobre la importancia de saber diferenciar.
Otro punto determinante es la técnica. Corrales explica que “sobre piel seca la acción es más intensa, mientras que sobre piel húmeda resulta más suave y delicada”. Esta adaptabilidad ha hecho posible que los exfoliantes actuales se integren en la rutina habitual sin riesgo de irritación.
Lejos de ser una práctica exclusiva para pieles grasas o con imperfecciones, la exfoliación resulta beneficiosa para todos los tipos cutáneos. “La exfoliación es apta para cualquier piel, siempre que se elija bien el producto y se ajuste la frecuencia”, confirma Corrales.
En pieles secas o apagadas, ayuda a eliminar la descamación y recuperar la luminosidad; en pieles grasas, mejora la textura y previene la obstrucción de los poros.
La clave está en elegir productos equilibrados, con partículas no agresivas y texturas que permitan un masaje suave.
“Apostamos por una fórmula 100 % natural y testada dermatológicamente, con textura ‘oil to milk’, que hace que el proceso sea suave y agradable”, señala la experta.
Técnica y frecuencia a tener en cuentaSaber exfoliar correctamente marca la diferencia entre una piel renovada y una piel irritada. “Lo ideal es aplicar el exfoliante con movimientos circulares y ascendentes, insistiendo en las zonas más rugosas como codos, rodillas o talones”, explica Corrales.
La intensidad depende del estado de la piel: “Sobre la piel seca, la exfoliación será más intensa; sobre piel húmeda, más suave”. Después, es fundamental hidratar. “Basta con enjuagar con agua tibia y aplicar una crema o aceite corporal para potenciar la hidratación y mantener la piel flexible y luminosa”.
Este paso final es esencial, ya que una piel recién exfoliada es más permeable y receptiva a los activos hidratantes o nutritivos.
La tecnología cosmética también ha añadido un componente sensorial a este gesto.
“En el caso de exfoliantes con texturas transformantes, la experiencia se vuelve aún más sensorial: al contacto con el agua, el producto se convierte en una leche ligera que deja la piel limpia, sedosa y sin sensación grasa. Es una forma de pasar de un gesto funcional a un momento de bienestar y cuidado personal”.
Con el auge de la cosmética científica, los exfoliantes químicos —basados en ácidos suaves como los AHA o BHA— se han convertido en una alternativa a los tradicionales exfoliantes físicos.
Sin embargo, Corrales defiende que ambos tipos son válidos: “Depende del tipo de piel y del resultado que busquemos. Ninguno es mejor que otro; lo importante es elegir una opción adecuada y respetuosa con la piel”.
Las fórmulas granuladas siguen teniendo plena vigencia “si emplean partículas naturales, biodegradables y con una abrasividad media, como el azúcar o las semillas de frutas”. Este tipo de exfoliación tiene, además, un efecto revitalizante: “Alisan la piel, estimulan la circulación y aportan un aspecto más luminoso”.
En el caso de Arganour, la apuesta es por la sostenibilidad. “Utilizamos semillas de albaricoque ecológicas ‘upcycled’, procedentes de la industria del zumo, y azúcar morena, dos ingredientes de origen vegetal que proporcionan una exfoliación eficaz sin agredir la piel ni el medio ambiente”.
Una rutina para potenciar los siguientes tratamientosLa exfoliación optimiza la eficacia de todo lo que se aplica después. Al eliminar las capas de células muertas, los principios activos penetran mejor, lo que multiplica los resultados de cremas, sérums o aceites. “La piel se vuelve más receptiva a los tratamientos que aplicamos después, ya que los activos pueden penetrar mejor”.
Integrar este paso en la rutina no requiere grandes esfuerzos ni productos agresivos. Lo importante, como insiste la experta, es la regularidad y la personalización: “Una exfoliación regular, adaptada al tipo de piel y al tipo de producto, no solo es segura, sino muy beneficiosa”.
En definitiva, exfoliar no es un lujo, sino un gesto de salud cutánea. Un ritual que, más allá de mejorar la textura o el brillo de la piel, devuelve vitalidad, estimula la circulación y convierte el cuidado personal en un momento de pausa y bienestar.
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