Cuando el hoy Gobernador de Puerto Rico plasmó en las páginas de lo que luego sería el título del libro de su autoría que “un mejor Puerto Rico es posible”, fueron muchos los que interpretaron el mismo como un asunto relacionado a los anhelos de un joven profesional que veía el futuro desde la perspectiva de las llamadas utopías de las personas optimistas que tienden a soñar en grande.  Otros, tal vez reconociendo desde su propio crisol que la publicación representaba un obstáculo tanto a sus aspiraciones personales como al mantenimiento de “todas las cosas constantes”, dedicaron su tiempo a desacreditar la misma sin considerar que al hacerlo demostraban su resistencia inclusive a la posibilidad de un cambio positivo y su desconfianza en la capacidad del propio pueblo puertorriqueño para salir adelante.  Sin embargo, quienes lo leyeron con detenimiento encontraron en sus líneas la motivación para reconstruir la Patria y retomar la ruta de progreso individual y colectivo, en cada paso que diéramos, un día a la vez.