

Observamos en estos días la expresión más burda de la treta política. Vemos a un líder político, anteriormente bastante mesurado y aplomado, ahora en completa caída y desplome, lanzando palabras hirientes e impropias para el debate de ideas, en lo que aparenta un estado de inquietante desesperación política. Observamos a un líder que, en lugar de enfrentar y resolver por la vía de la explicación lógica y creíble los cuestionamientos que se le hacen, intenta desviar la atención pública, recurriendo a escapatorias verbales como mampara para encubrir sus acciones, claramente evidenciadas.
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