


La idea de “perseguir criminales” extranjeros sigue siendo la narrativa que se usa para justificar la campaña anti-migratoria. El problema es que no hay tantos extranjeros con expedientes criminales en territorio americano. La realidad es que los inmigrantes tienen una incidencia mucho menor de criminalidad que la población en general. De hecho, de acuerdo al Migration Policy Institute, los ciudadanos americanos son cinco veces más propensos que los extranjeros a delitos violentos y si se trata de delitos con armas, el porcentaje es 10 veces mayor. A pesar de que Homeland Security (DHS) encabeza operativos “dirigidos a lo peor de lo peor - incluyendo gangas, asesinos y violadores” -según dijo la jefa de esa agencia en julio pasado-, el 71% de los detenidos no tienen expediente criminal alguno. El 75% de los venezolanos tan peligrosos que enviaron a las cárceles de El Salvador no tenía ni delitos menores pendientes.

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