José Gabriel Martínez Borrás
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China como mediador: la geopolítica de la relación saudita/iraní

Desde el comienzo del conflicto ruso/ucraniano (2014-2023) analistas cuestionaban qué implicaciones tendría para el actual sistema internacional.

Antes de dicho conflicto, la República Popular China (RPCh) tenía importantes relaciones con Ucrania, siendo ésta un enlace a Europa a través de la La Ruta y la Franja, el proyecto chino de desarrollo y comercio más grande en la historia.

Cuando el conflicto escaló, China tomó una posición neutral, aunque desarrolló espacios de cooperación importantes con Rusia, como el proyecto BRICS (Brasil, India, Rusia, China y Sudáfrica). Recientemente, ha tomado posturas más asertivas dado a todo un trabajo diplomático de años, pero el cual se ha acelerado desde la escalada del conflicto.

El pasado mes, Pekín presentó una propuesta de paz para Ucrania bajo su arbitraje. Los Estados Unidos respondieron acusando a China de querer suministrar armas a Rusia. Por su parte, Ucrania acogió la propuesta de Pekín con cierto optimismo. China considera que los Estados Unidos pone la paz y seguridad internacional en juego al seguir armando a Ucrania y Taiwán, la última la cual considera como provincia renegada.

Arabia Saudí e Irán reinician relaciones diplomáticas gracias a la mediación de China

Ni Estados Unidos, ni China, se benefician de una división de bloques comerciales y de competencia en seguridad como una nueva guerra fría, escribe José Gabriel Martínez Borrás.
Ni Estados Unidos, ni China, se benefician de una división de bloques comerciales y de competencia en seguridad como una nueva guerra fría, escribe José Gabriel Martínez Borrás. (Efrem Lukatsky)

Por otro lado, China acaba de mediar un histórico acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita. Estos rompieron relaciones en 2015 debido a la escalada del conflicto civil en Yemen. Ambos desplegaron activos en la guerra yemení disputando la correlación de fuerzas en el Oeste Asiático. Por lo general, la rivalidad saudí/iraní se reduce a sus diferencias religiosas, sunní y chií respectivamente, pero se debe ubicar en un contexto geopolítico mayor.

El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre estos, y la mediación china, impacta la actual coyuntura global de la siguiente manera:

En primer lugar, China está demostrando su influencia y poder al ser mediador entre los estados en cuestión. Una escalada diplomática china resultando en resolución de conflictos sería un signo claro que la política exterior de Washington, basada en una ideología neoconservadora y la promoción de un consenso neoliberal, está agotada.

Arabia Saudita tiene el camino libre para integrarse al foro multilateral BRICS+ y a la Organización para la Cooperación de Shanghái. Esto implica que los sauditas están abiertos a proceder con el comercio de petróleo en una nueva moneda de reserva global, por lo que, poco a poco, se vislumbra un cambio del petrodólar.

El gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, queda relegado: a pesar de no tener relaciones diplomáticas con Arabia Saudita, la enemistad con Irán convirtió a israelitas y sauditas en aliados de facto. A pesar de serias acusaciones de corrupción, Netanyahu se presenta ante los ciudadanos israelís como el único líder capaz de llevar a cabo sus metas diplomáticas y de seguridad regionales; ahora quedando debilitado.

Por otro lado, Irán tienen que haber dado garantías a los saudíes en relación con su programa nuclear e intención de apoyar algún desenlace a la guerra en Yemen. En ese caso, el caso postulado por Israel sobre el peligro de armamento nuclear iraní queda en cuestión. El ala política de actual presidente iraní, Ebrahim Raisi, sale fortalecido, en respecto a política exterior.

Ello también da indicio del fin de la guerra civil siria, con Turquía buscando restablecer relaciones con el gobierno sirio y su lugar en la integración centroasiática. Esto espera develarse en una próxima cumbre entre dichos actores regionales.

Nadie, ni Estados Unidos, ni China, se benefician de una división de bloques comerciales y de competencia en seguridad como una nueva guerra fría. Debe ser de nuestro interés buscar mejorar las relaciones globales a través de intereses comunes. Pero una paz entre Ucrania y Rusia, arbitrada por China, sería un signo claro del nuevo mundo en que vivimos.

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