Opinión
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La reciente admisión de culpabilidad de la exgobernadora Wanda Vázquez Garced no es un hecho aislado ni un escándalo más en la larga lista de la política puertorriqueña. Se trata de un golpe a la confianza ciudadana y a los valores democráticos que deberían sostener nuestras instituciones. No es ella quien sale más afectada, ni siquiera al Partido Nuevo Progresista (PNP). Quien queda profundamente herido es Puerto Rico.
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