

Nicolás Maduro acaba de ejecutar -el Primero de Mayo- una descarada exhibición del específico oficio en el que es un maestro: mentir. Pero en esta ocasión no lo ha hecho sentado en su despacho, a través de un comunicado o por vía de algún vocero de su gobierno ㅡen el que proliferan los mentirosos de profesiónㅡ, sino delante de una concentración de trabajadores, trabajadores muy probablemente afiliados a sindicatos afines al PSUV. Ante esa pequeña masa de militantes y simpatizantes, que fueron conducidos hasta el lugar con claras instrucciones de aplaudir, vitorear y cantar hurras al “presidente obrero” (qué ridiculez), ocurrió una reacción, un hecho fuera del guion, la irrupción de la realidad en medio de la mentira: los trabajadores le dijeron No a Maduro, negaron con manos y brazos, lo abuchearon.
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