

Cuando prestamos atención al comportamiento consuetudinario de nuestra sociedad, encontramos indicios claros del denominado síndrome adámico. Esto es, la conducta de echar culpas a los demás con el fin de liberarnos de toda responsabilidad. El término proviene del relato bíblico de Adán y Eva, cuando se les pidió explicación por desobedecer y probar el fruto prohibido. Cada uno intentó excusarse de su proceder, culpando al otro de sus propios actos. Adán culpó a Eva por haberle convencido. Eva le echó la culpa a la serpiente.
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