Hacer frente al discurso de odio y a la xenofobia no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discurso degenere en algo más peligroso, escribe Michelle Klein Solomon
Hacer frente al discurso de odio y a la xenofobia no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discurso degenere en algo más peligroso, escribe Michelle Klein Solomon
Somos testigos de una inquietante oleada de xenofobia, racismo e intolerancia en todo el mundo, y Latinoamérica no es la excepción. Todos los días observamos con gran preocupación cómo miles de personas publican en redes sociales y diferentes plataformas digitales una significativa cantidad de contenidos llenos de odio que incitan, a veces de manera explícita, a la violencia contra nacionalidades o, en general, identidades diferentes a la propia.
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