Con la clausura del Zoológico Juan A. Rivero de Mayagüez se cierra otro triste capítulo de mala administración en Puerto Rico, quedando privada la población, en especial la niñez, de lo que se ideó como un lugar donde admirar y aprender sobre las especies que viven alrededor del mundo. Ahora hay que concentrarse en el mejor uso que se le dará a ese espacio, en aras de un proyecto que sirva al país.